jueves, 26 de abril de 2018

Amor y política

El amor es política. En términos católicos: la política es forma relevante de la caridad. Su complejidad asusta y provoca huidas a lo social de muchas personas llenas de energía política (amor). Badiou (“Elogio del amor”, 2009) apunta que el amor es político cuando muestra “su dimensión asocial, su costado salvaje, su atracción por la diferencia”.  Y concluye: “Por esto, defender el amor en lo que tiene de transgresor y heterogéneo respecto de la ley es una tarea de este momento histórico”.  Se opone a lo indentitario, al nacionalismo y al argumento de los míos. Sorprende que una religión como la cristiana, la del amor, se haya sido respaldo de los nacionalismos (nacional-catolicismo español y otros evidentes). Francisco alienta al compromiso político desde el amor, con una máxima: la crisis es crisis del amor (la ecológica, la social, la política, la económica).

martes, 24 de abril de 2018

El mundo de lo común

Si San Juan (Dios es amor) subraya la trascendencia inmanente del amor, Fromm (“El arte de amar”) muestra la necesidad de construir la propia persona para construir Amor. Badiou (“Elogio del amor”) ve el azar del encuentro como un acontecimiento que tiene que fijarse mediante la declaración. La declaración, a su vez, debe actualizarse en cada punto: el nacimiento de una criatura, un cambio en el trabajo, una enfermedad, la compra de una casa, la aparición de una amistad. El “te amo” que declara debe ir incorporando cada punto. Eso es el amor. Para Fromm, la persona que ama es la persona que también se ama y ama a todas y todos: “En ti amo a todas las personas”, nos dice. Por eso, del amor a la política hay diferencias, pero un sujeto común: la persona que ama. Badiou precisa: no es el mundo del uno, ni del dos, es el mundo de lo común.

lunes, 23 de abril de 2018

Te amo

Claro que hay un modo de entender el amor que es intercambio y donde el encuentro se queda en el sexo (o en el contrato con clausulas de rescisión).  Así, probablemente menosprecie una  sexualidad que hace del encuentro un acontecimiento, del acontecimiento un inicio. El encuentro sucede, en tantas ocasiones, por puro azar. Incluso el que parece preparado, como en los  matrimonios antiguos concertados por las familias. “¿Cómo un puro azar, al principio, puede convertirse en el punto de apoyo de una construcción de verdad?” (Badiou, “Elogio del amor”, 2009).  El riesgo del amor consiste en fijar el azar, en construir verdad de Dos en un mundo que hasta ahora era mar de navegación de uno. Por eso, el amor se declara, para fijar el azar y asumir el riesgo. La expresión “te amo” se carga de tal significado que compromete al destino.

domingo, 22 de abril de 2018

El amor es el mundo del dos

Amar supone encuentro. Es el inicio. Sin dos, no hay amor. Dos es diferencia. Sin diferencia no hay amor. El acontecimiento del encuentro se da en la diferencia. Para Fromm, es tan poderoso el encuentro que conlleva engaño: se confunde con el amor. Enamorarse no es amar, dirá Fromm. Badiou (“Elogio del amor”, 2009) muestra el encuentro como milagro. Es tremendo. La diferencia libera energía en el encuentro. Pero el encuentro es todavía del mundo del Uno, no del Dos. El encuentro es la mirada, la entrega, el goce del uno. Desde el encuentro, que podría consumarse y consumirse en la misma operación, el Dos emerge para construir. La diferencia que construye es el mundo del Dos. Entonces, el amor no es un recubrimiento del sexo, sino una construcción para la que también trabaja el sexo. Amar hoy supone ir contra la corriente del dominio cultural del yo.