miércoles, 4 de julio de 2018

Encubierto

Acusado de que su victoria trae la anarquía, Bart Simpson hace suyo el eslogan: traeré la anarquía. Cree V. Leonore (El País, 1 abril 2011) que esta historia refleja el modo en que el filósofo esloveno Žižeck piensa: lo propiamente real es la grieta que irrumpe violentamente en la historia como crítica de los materialismos (marxista y capitalista). El capitalismo se protege en la tolerancia culturalista. La izquierda postmoderna, la de los movimientos, reduce la política a las reivindicaciones culturales (¿feminismo o ecologismo?) que se integran sin problema en el sistema. Así, la discusión sobre el carácter machista de una sentencia, ¿no esconde (ideologiza) el problema real: el valor que damos al derecho penal como solución de los conflictos? Las prácticas sostenibles, ¿no esconden la realidad de un sistema económico absolutamente depredador?

martes, 3 de julio de 2018

La grieta y la postmodernidad

Recorre el idealismo y ve lo contrario que Marx: que la grieta es previa a la historicidad. No solo el sujeto está asaltado por una grieta (algo así como el pecado original), apunta Žižeck más bien que esa grieta es lo real. No es que el sujeto no sea capaz (“homo labilis” en expresión de Ricoeur) de reconocer lo real, sino que lo real es propiamente la incapacidad. Caos. La historia como liberación (materialismo histórico de Marx) es ideología: idealismo que desprecia el horror ni el caos. En Žižeck no cabe un Dios de bondad, belleza y verdad. Dios también es la grieta. Frente al nihilismo de la postmodernidad tolerante, el esloveno lee un realismo negativo: no es que la cultura o la historicidad apunten a la nada, sino que la nada es propiamente lo real que irrumpe por sorpresa en la historia y la cultura. Una irrupción que es violenta por que desenmascara los sueños materialistas.

lunes, 2 de julio de 2018

Super-humanos


¿El desarrollo de la inteligencia artificial señala a un cambio en la comprensión de lo que es ser humano? Hace unas décadas parecía que había actividades humanas complejas imposibles para la combinación de máquina e informática: conducir, el ajedrez, la fotografía artística, etc. Es como si lo que exige nuestra capacidad intuitiva o nuestro conocimiento no tematizado estuviera lejos del alcance de la robótica. Pero cada día se escribe una nueva línea de programación que simula el comportamiento humano y los procesos internos de decisión (Carr, “Atrapados”, 2014). El sujeto que toma conciencia de sí mismo ¿es una frontera inaccesible para la máquina? También recorremos el camino inverso: cada vez usamos más instrumental que nos hace ir más lejos de lo que nuestra mera corporalidad podría. ¿La máquina nos hace super humanos?