miércoles, 26 de septiembre de 2018

El atizador

En 1946, Wittgenstein amenaza a Popper con un atizador de chimenea en mitad de su conferencia y le desafía: “¡Deme usted un ejemplo de regla moral!” (Goñi “Las narices…”, 2008). Para Sloterdijk (“Temperamentos…” 2010) Wittgenstein es un “mito” intelectual. Todo su empeño es buscar su lugar en el mundo. Y su pasión es el intento de no caer en la locura. Su imagen “monocal” es la del cuidador de la realidad que se  escapa por el “hueco existente entre dos frases” (Sloterdijk). Deja escrito: “De lo que no se puede hablar, mejor es callar”. Vive mucho tiempo en silencio. Su vida y su obra, hechas ambas de proposiciones cortas, tienen una hondura que trasciende y se hace mito. Popper le responde: “No se debe amenazar a los conferenciantes con el atizador”. Wittgenstein lanza el atizador a la chimenea y sale de la sala. Un portazo retumba.

lunes, 24 de septiembre de 2018

Fundamentos y razón

El término “Fundamentalismo” se aplica de suyo a los cristianos conservadores que en el s. XX se organizan en EE.UU. sobre los cinco fundamentos (Armstrong, “Los orígenes…”). La lectura literal de las Escrituras es central. Les lleva al conflicto con los cristianos liberales que viven en paz con la exégesis crítica. El capítulo más dramático es la “verdad científica” del Génesis, centro del juicio (Dayton, 1925) que condena al maestro Scopes, y que supuso el desprestigio del fundamentalismo. Liberales y fundamentalistas reaccionan ante el pensamiento occidental. El fundamentalismo quiere, sin embargo, dar la batalla con las mismas armas de la modernidad: argumentan racional y científicamente la historicidad de la narración bíblica. De este modo, dejan toda la cancha al cientismo y acaban dejando sin fundamento la fuerza de la fe religiosa.