martes, 22 de mayo de 2018

Sin ideologías


Si la “postmodernidad” erosiona metafísica y relatos de sentido (filosofar es conversar), la “post-política” (Žižeck, “En defensa de la intolerancia”, 1998) lima las ideologías. La política (el desafío de la parte por la no-parte) deviene técnica y  consenso; así, la resistencia a la globalización (tanto la nacionalista que cuida la identidad comunitaria, como aquella que sueña valores “imposibles”, por utópicos) es reliquia del ayer a superar. El clamor por otra globalización posible (Stiglitz, “El malestar en la globalización”, 2002)  se etiqueta como sueño del pasado. Así, la nueva política elude la verdadera política:  “no es simplemente cualquier cosa que funcione en el contexto de relaciones existentes, sino precisamente aquello que modifica el contexto que determina el funcionamiento de las cosas”. ¿Eludimos el desafío?

lunes, 21 de mayo de 2018

De la exclusión a la dominación


Quizás Žižeck piensa que Rawls (justicia procedimental), y Habermas (proceso racional de discusión de opciones) olvidan que la acción política consiste en conseguir el derecho a hablar de un modo diferente y a ser escuchado en esa diferencia.  Es pasar de la exclusión a la dominación.  Djlas,  “La nueva clase", entiende que el momento político de supremacía puede darse dentro de la propia nomenclatura. Para Žižeck eso es imposible: consiste principalmente en destronar a los dominantes. Así, parece que no hay proceso político dentro del sistema liberal, porque predomina el orden (cada cual en su puesto) y el procedimiento (la Constitución). Quien queda fuera no puede más que renunciar a su modo diferente de ser para incorporarse al procedimiento y tener su voz constitucional. Es decir, la actitud tolerante exigida es mecanismo potente de asimilación.