jueves, 13 de septiembre de 2018

La confusión del discurso

La historia político-religiosa de EE.UU. del siglo XIX se distancia de la europea. En la carrera hacia la modernidad, los EE.UU. avanza con la ilustración de sus fundadores. Pero el “2º gran despertar” es la continuidad de la revolución: la religión de la gente pobre frente al deísmo ilustrado de las élites (Armstrong, “Orígenes…”). La sociedad norteamericana se hace más religiosa. Identifica con la espiritualidad grandes virtudes políticas: el progreso, la liberación, la cultura, la solidaridad. En Europa, sin embargo, la brecha de Galileo y Newton se profundiza con Kant y Darwin. Una auténtica cruzada contra la religión tiene efectos sobre una sociedad que vive lo religioso como obsoleto y defensor del ethos del “ancien regime”. El estudio de la religión como ciencia la desmiente. Alguien ha confundido el discurso de sentido con el discurso científico.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Rendir cuentas


“La filosofía es el juez de una época; mal asunto cuando en lugar de esto se convierte en su expresión”. Cita a Hofmannsthal Popper al explicar su ser filósofo: racionalista e ilustrado. Y dice: “Un racionalista es sencillamente un hombre que concede más valor a aprender que a llevar razón”. No es el racionalismo la preeminencia de la razón especulativa sobre los datos. Afirma, por el contrario, que aunque toda respuesta es una hipótesis elaborada por la razón, siempre será una hipótesis provisional y que debe rendir cuentas ante la realidad y lo que de ella averigüe el esfuerzo investigador (La responsabilidad de vivir, 1994). Por eso, la filosofía no puede ser una buena amiga de los comportamientos contemporáneos. Si Bauman describe la vida líquida debe ser como instancia crítica. Si Byung-Chul Han nos habla del enjambre es para invitarnos a abandonarlo.

martes, 11 de septiembre de 2018

Discreción de espíritus

Coopérnico, Galileo, Isaac Newton… la modernidad avanza. Todos ellos son hombres creyentes que tratan de adecuarse al nuevo ethos: el logos y el progreso (Armstrong, “Los orígenes…” 2010). Lutero, con su reforma, apela al retorno a las fuentes, pero de un modo moderno: la primacía del individuo sobre las normas de la cultura en la que nace. Loyola introduce el discernimiento que acota tanto la apelación a las fuentes (“vivir a la apostólica”) como a la mística individual (“distinguir mociones”). Frente a los avances del logos, el mito se interioriza y muchas personas creen poder apelar a la experiencia directa de Dios. En la estela de Loyola, los grandes místicos ibéricos, Teresa y Juan de la Cruz, repugnan excentricidades, iluminismos y “directores espirituales” poco inteligentes. Si la respuesta es la interioridad, hace falta “discreción de espíritus”.

lunes, 10 de septiembre de 2018

El ordenador (computador) es estúpido

La moderna publicidad provoca atmósferas donde respondemos a los estímulos y creemos que conservamos la libertad. “La vileza y la infancia consisten en la incapacidad de oponer resistencia al impulso”, señala Byung-Chul Han que cita “El ocaso de los dioses” de Nietzsche. Por eso, la hiperactividad, la multitarea, la capacidad de responder más rápido no es un signo de libertad: nos hacemos así hiperpasivos: incapaces de decir no ante lo que es la moda, lo que reclama la multitud, la autoexplotación o la corriente que fluye.  De hecho, Byung-Chul observa que un ordenador no tiene dudas, ni espacios de no, ni momentos de parada. Sin la parada, sin la duda, sin el no, la creatividad no es posible: “A pesar de su enorme capacidad de cálculo, el ordenador es estúpido porque le falta la capacidad de vacilación”. Y hoy quizás lo imitamos.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Ciencia y guerra

En 1939, Hitler invade Polonia. La lógica guerrera pone a los científicos en cada bando. Se pierde la oportunidad de un consenso de límites éticos de la investigación nuclear (Dyson, “El científico…”, 2006). Unos meses antes, al descubrir la fisión, en Washington los físicos discuten sobre la gloria del podio. Contrapone Dyson a la ciencia biológica que, en 1975, tras el descubrimiento del ADN, organiza la conferencia de Asilomar que propone las normas éticas que imperan en la investigación. No pasa en 1939 con Heissemberg y Openheimer. En Los Álamos se da una carrera contra la física alemana que continúa incluso con Alemania derrotada. Sólo Roblat (Varsovia, 1908 / Londres, 2005) abandona el proyecto y en 1995 recibe el Nobel de la Paz. Pero el mundo tiene Hiroshima, Nagazaki y tantas ojivas nucleares como para borrar la vida de la faz de la Tierra.