La cuestión
de la libertad atraviesa la historia del filosofar. En el medievo se habla “de
libero arbitrio”. T. Aquino lo defiende. Con la llegada del Renacimiento,
Erasmo lo ignora. Nuestra libertad sería simple montura para el buen o el mal
espíritu que luchan por el puesto). Es el mensaje de Lutero: el “solo gracia”
excluye la libertad. Loyola, que observa los movimientos del buen y el mal
espíritu, apunta que el saber usar de la propia libertad “salva el ánima”. De
ahí la importancia de “no venir en soberbia”. En los 90 la foto del Voyager
presenta un punto azul pálido (Sagan) y muestra la pequeñez de lo humano. Hace
también evidente el empeño de una cadena histórica de almas capaces de poner
una máquina fotográfica a millones de kilómetros de casa. Este aspecto de
Loyola, su escuela de libertad, hace del renacentista un líder para hoy
(Albistur).
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