Nuestra historia es un invento reciente. Podemos situar su nacimiento cuando el genio de la razón humana desplaza a Dios. Entonces, la eternidad pierde su lugar y, empujada por el vacío divino, la historia se abre camino en nuestra cultura. Sigue siendo, en un primer momento, historia de la salvación, pero no es ya un acontecimiento divino, un don, sino el resultado del esfuerzo realizado. Libres del don, toca diseñar el progreso. Byung-Chul Han señala que no importa lo que dura, sino lo que progresa. El tiempo histórico es, pues, una línea que se proyecta hacia el futuro para alcanzarlo lo antes posible: un coche, una casa, la universidad, una subida de sueldo, una victoria deportiva, etc. Todo como resultado, nada como don. Si la historia se acelera, fija su objetivo sin una reflexión que pondera su valor como meta. Va sin ton ni son disparando contra todo lo que se mueve. Loyola insiste en que el agradecimiento es el punto de partida del discernimiento, del servicio y del amor. Nuestro esfuerzo es solo posterior, aunque aparentemente la meta sea el resultado.
viernes, 10 de mayo de 2019
jueves, 9 de mayo de 2019
Vencida la espada
“Vencida de la edad sentí mi espada”, canta Quevedo en quejumbroso soneto. Señala el paso del tiempo al recorrer el último trecho. Tema propio de la poesía que se plasma magnífico en Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir…”. Parece situarse en esa estela Heidegger: asegura que somos para la muerte. Pero hoy, señala Byung-Chul Han, es una muerte desprovista de significado. No es el final de nada, se nos dice, porque si después es nada, lo previo también lo es. En Manrique perdura la memoria; en Quevedo “serán cenizas, mas tendrán sentido”. En nuestra cultura, una insignificante fracción de un tiempo inabarcable que se mide en miles de millones de años. Menos de una fracción de segundo en escala anual. Situada la humanidad en el pálido azul de un punto en un rincón perdido de una galaxia más bien mediana entre cientos de miles. Nada. Salvo que el misterio de luz habite en la trascendencia: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, confiesa Hipona.
martes, 7 de mayo de 2019
Perdón
Relata el evangelista que, en la cruz, a punto de morir, el Cristo pide perdón para quienes lo cuelgan del madero. ¿Es que alguna de estas personas mostró arrepentimiento o solicitó perdón? No. Sin embargo, aquellas palabras resultan coherentes con la vida vivida por el nazareno. En ella, el perdón siempre fue gratis. Como en la historia de aquel Padre que salía a esperar el retorno de quien había deseado su muerte, cobrado la herencia y dilapidado la fortuna. En cuanto vio que llegaba, aunque era evidente que se trataba de un hombre movido por el interés y el deseo de bienestar, le pone un anillo en el dedo y sandalias en los pies. No es un perdón condicionado, aunque sin duda quiera el cambio de quien ha infligido el daño. Como aquella mujer a la que quieren apedrear: “yo tampoco te condeno”, dice el Galileo. Y ella comienza su camino. Primero, el don gratis del perdón. Luego, toda una vida. No es extraño que este hombre comiera con quien no debía e incorpora a un publicano, un tal Mateo, al grupo de su gente.
lunes, 6 de mayo de 2019
Teoría de la relatividad
Afirma Einstein que la ecuación e=mc2 muestra un mundo en el que, a la velocidad de la luz, el tiempo tiene parámetros diversos a los que lo miden en la física newtoniana. Parece que sucede algo parecido en el entorno de un agujero negro denominado horizonte de sucesos. La pretensión de Einstein no es situar esta ecuación en el ámbito de la opinión generada por nuestra psicología o nuestra cultura. Se trata, al parecer, de una afirmación sobre las cosas. De ese modo, lo que sería breve viaje para quienes circulan en una supuesta nave a velocidad de la luz, serían años para quienes esperan el retorno de los navegantes en casa. El tiempo psicológico tiene características diferentes: la aceleración o la velocidad se oponen a la duración y al sentido. Nunca vamos demasiado rápido si tiene sentido nuestro viaje. Siempre es acelerado cualquier desplazamiento sin sentido. La vejez llega demasiado rápido cuando no se saborea el para qué de la vida (¡y de la muerte!). Si vivir es un mero estar ahí, sin propósito ni meta, el tiempo es un transcurrir, pero no un durar o un permanecer.
domingo, 5 de mayo de 2019
Tiempo perdido
En Nazaret tiene lugar la mayor parte de la vida del hombre que da nombre al Cristianismo. Allí no transcurre el tiempo sino que dura, se profundiza, se crece. Hoy no tenemos tiempo porque nos esclaviza el qué hacer. No tenemos tiempo porque nada dura sino que sucede. Byung-Chul Han cita a Heidegger que cree que el desalejamiento, la tendencia a reducir el lapso al puro instante que tiende a cero es constitutivo del Da-Sein, el ser humano en cuanto ser ahí. El filósofo coreano (“El aroma del tiempo”, 2009) piensa, sin embargo, que ese modo de entender el tiempo, el desalejamiento, es, en realidad producto de nuestro momento, de nuestra época, la de la radio, el tren (ahora AVE) y, todavía más, el “wasap”, donde el espacio se disuelve y la inmediatez se da por hecho. El tiempo que dura pasa a ser tiempo que transcurre sin más significado que la meta no conseguida de inmediato. Meta que queda obsoleta una vez alcanzada. El tiempo que transcurre es tiempo perdido, apunta Byung-Chul subrayando el paralelismo entre Proust y Heidegger.
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