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lunes, 17 de junio de 2019

Cambios en la comunicación

Brey (“La sociedad de la ignorancia y...”, 2009) cita a Watson (en The Guardian en 2005) para que sospechemos del valor del tiempo en que vivimos. Para Watson 1808, 1908 o 2008 son básicamente iguales. Tienen la misma estatura histórica para la humanidad. Brey nos examina desde dos parámetros de innovación: la capacidad de intervenir en el medio (la aparición de herramientas, las innovaciones del neolítico, la agricultura y la industrialización) y la capacidad de comunicarnos (el lenguaje, la invención de la escritura, la imprenta y los demás medios de masas). La comunicación tiene dos esquemas: la comunicación persona a persona, bilateral, el de la conversación hablada o el intercambio de mensajes escritos (correos) o sonoros (teléfono), y la comunicación unidireccional que aparece en el epistolario para comunidades, los libros, la radio o la televisión. Nuestro tiempo es nuevo porque introduce un nuevo modo de comunicación: el de caca cual con cada cual y, a la vez, el de la mutitud con la multitud.

miércoles, 7 de noviembre de 2018

La radio


Humberto Eco recuerda la radio de su infancia: a oscuras, junto a su padre, escuchando la música clásica. Se pregunta si la radio volverá a ser la referencia cuando el ruido de las redes y la omnipotencia de la imagen se impone. Sueña con la innovación tecnológica que le devuelva la primacía. Hoy, los nuevos teléfonos inteligentes incluyen app que, voz sobre ip, reintroducen el audio en directo y a la carta en un dispositivo pequeño. Desde cualquier lugar del mundo puedo seguir la programación de mi emisora favorita y puedo interactuar con la misma mediante whatsapp. Por cierto, nuestra gente joven se pasa las horas escribiendo y leyendo en la mágica pantalla con su tribu más o menos íntima. Sin embargo, nuestra memoria reciente no incorpora las jornadas en las que como un rito nos detenemos en lo que sea y escuchamos la radio.

jueves, 18 de enero de 2018

Esperanza y estadísticas

La generación literaria de la Postguerra ve en nuestras ciudades cementerios organizados: “Madrid es una ciudad de  más de millón y medio de cadáveres (según las últimas estadísticas)”, canta el autor de “Hijos de la ira” (Dámaso, 1945). Esos cuerpos son, en perspectiva de Unamuno (padre de todas las preguerras), “también de barro”, como las paredes de cualquier cementerio. Frankl, arrastrándose helado por los campos de Auschwitz sobrevive y crece contemplando fugaz el rostro amado: “Sólo el amor nos salva”, exclama. Joseph Moingt SJ afirma la historicidad actual del Cristo porque tiene una tarea pendiente, inacabada. Esta tarea es la liberación. No es el optimismo el padre de la esperanza. Hay en esa palabra algo de pura innovación inesperada, capaz de hacer de nuestras ciudades algo más que los datos de las últimas estadísticas.