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lunes, 17 de junio de 2019

Cambios en la comunicación

Brey (“La sociedad de la ignorancia y...”, 2009) cita a Watson (en The Guardian en 2005) para que sospechemos del valor del tiempo en que vivimos. Para Watson 1808, 1908 o 2008 son básicamente iguales. Tienen la misma estatura histórica para la humanidad. Brey nos examina desde dos parámetros de innovación: la capacidad de intervenir en el medio (la aparición de herramientas, las innovaciones del neolítico, la agricultura y la industrialización) y la capacidad de comunicarnos (el lenguaje, la invención de la escritura, la imprenta y los demás medios de masas). La comunicación tiene dos esquemas: la comunicación persona a persona, bilateral, el de la conversación hablada o el intercambio de mensajes escritos (correos) o sonoros (teléfono), y la comunicación unidireccional que aparece en el epistolario para comunidades, los libros, la radio o la televisión. Nuestro tiempo es nuevo porque introduce un nuevo modo de comunicación: el de caca cual con cada cual y, a la vez, el de la mutitud con la multitud.

jueves, 9 de agosto de 2018

Las enfermedades matan


La arqueología de la locura y de la enfermedad son el motor que dinamiza el pensamiento del autor de “Las palabras y las cosas” (Foucault). Recoge su camino Derrida que parece empeñado en deconstruir los valores quizás en la convicción de que esa deconstrucción muestre algo más que el hecho de que nuestros valores son construidos. Acontece, sin embargo, que la pregunta importante no es por el método, sino por el resultado: el lenguaje deconstruido no es importante por haber sido construido, sino por ser útil para la comunicación. Deconstruir la valoración de la ciencia médica no invalida el hecho de que las enfermedades matan. Byung-Chul Han sostiene que el efecto de la deconstrucción está ya aquí: no hay negatividad, no hay prohibición, no hay momento del no. No hay por tanto creatividad. Todo fluye. Todo es liso. El “Me gusta” vacía.

lunes, 16 de julio de 2018

En el desierto


El desierto es lugar de vida cotidiana para el pastor Moisés: soledad, reciedumbre, horizontes abiertos. El día a día es duro, áspero y real. Byung-Chul Han indica que hoy lo cotidiano está pulido, se juega en enjambre y se da como virtual. El desierto aparece así como la oportunidad de cambio: la realidad nos espera en la soledad y lo áspero. La soledad no es un fin en sí mismo, sino la ocasión y el medio para el Otro que siempre irrumpe, que siempre está. En el desierto, Moisés reconoce la Tierra Sagrada que pisa y escucha la voz de la realidad que es relacional. No habla la realidad (otredad) para imponer su Ser, sino para comunicarse y enviar; para apelar a la responsabilidad que nace de la relación (he escuchado el clamor de mi pueblo). Sólo en el desierto, lejos de lo virtual, del enjambre y lo pulido, la vida deja de ser líquida y se da como responsabilidad.

lunes, 25 de junio de 2018

Acción comunicativa

Para Habermas, la razón estratégica invade el mundo de la vida (Goñi, “Las narices de los filósofos”, 2008). El sistema cosifica a las personas y deteriora su comunicación, que solo es si es voluntad de darse a entender.  La razón es razón comunicativa y, para Habermas, su potencia se da al generar esa red que trasciende mi propia percepción hacia la intersubjetividad. Se aleja del pensamiento débil que culpa a la razón del mal del siglo. Tampoco sonríe a los neopositivistas que reducen el conocimiento al interés técnico. Apuesta, como lo hace Apel, por una ética de consensos –del lenguaje, de la comunicación-, con contenidos minimalistas: los derechos humanos. No hay ingenuidad en Habermas, sabe bien que la razón se extravía y que la lengua miente. Añoro, sin embargo, lo que es de suyo aunque necesitemos palabras para expresar lo que da de sí.

lunes, 4 de junio de 2018

Comunicación frustrada

A la brecha tecnológica se responde con alfabetización digital. La tecnología de la comunicación y la información muta en tecnología del aprendizaje y el conocimiento y afronta rupturas sociales. Nos cuestiona el ruido (cómo vamos a distinguir las voces de los ecos) y también la extraña temporalidad de lo digital (rápido y, sin embargo, permanece imborrable en el buscador de google y en los mensajes que “wasap” socializa). Necesitamos el señorío sobre nuestros propios mensajes, con profundidad previa y responsabilidad posterior a la emisión. Necesitamos discernir la pertinencia y credibilidad del mensaje con emisor anónimo en la red. Al principio era la Palabra (Juan). La historia posterior muestra que intereses y malos entendidos pueden frustrar la comunicación, por muy sólidos que sean los contenidos y por muy sagrados que sean los formatos.