Toca elegir para ser. No basta la contemplación de la realidad finita y
cambiante, puesto que nos encierra en sus límites y reclama adecuación. De ese
modo acallamos la angustia y enmascaramos nuestra libertad en la soberbia:
respondemos a la amenaza de caducidad de nuestro modo de vida, de nuestra
imagen, de nuestra Institución. La mera contemplación de la realidad puede
escamotear la posibilidad y su trascendencia (Kierkegaard). Al ponernos junto a la angustia, entonces nos
abrimos a la posibilidad. Sin la
posibilidad, nos quedamos con herramientas de adecuación. Nos exigimos la
contemplación de la realidad, pero no como mera realidad sino como lo Otro /
Real en lo que vivimos, en lo que somos relación. Así, al elegir, somos
personas elegidas. Las personas, al abrirnos a lo posible, sencillamente somos,
porque somos a lo que somos llamadas.
miércoles, 20 de junio de 2018
lunes, 18 de junio de 2018
Finitud y fe
Nuestro
sistema nos hace introyectar la autoexplotación como autoperfeccionamiento
(Byung-Chul). Creemos crecer cuando solo nos acomodamos al tamaño en el que el
modelo nos necesita. Si no nos adecuamos, se nos expulsa. En términos
temporales, quedamos obsoletos. Por eso, la cualidad más apreciada es la que permite romper el compromiso
(Bauman). Eso es libertad: la reactividad automática e inmanente frente a la
propia caducidad. Kierkegaard apunta a la posibilidad. Mira hacia adelante con
sobrecogimiento. Evita el regateo siempre posible ante lo real cambiante y
finito. Propone un aprendizaje, una educación, desde la posibilidad trascedente
y la angustia de estar ante lo innegociable. La posibilidad y su angustia no
son la consecuencia de la finitud (caducidad) sino de la trascendencia. La
respuesta no es el acomodamiento en la finitud, sino la fe.
domingo, 17 de junio de 2018
Educación y angustia
La educación experiencial dice que aprendemos por lo que la experiencia
nos muestra. Quien enseña, en realidad, acompaña el proceso de encuentro con la
realidad. Al encuentro llamamos experiencia. Para la pedagogía libertadora
(Freire) el encuentro acompañado es “toma de conciencia”. Kierkegaard atribuye
un valor determinante en el éxito del encuentro educador a la angustia y a la
fe. Se trata de una angustia del propio
ser, de la propia posibilidad de llegar a ser. La realidad aparece como el lugar
donde desplegar la posibilidad. La angustia se genera al contemplar esa
posibilidad. La angustia no se genera ante el límite que aporta el dato de
realidad, sino ante la posibilidad a la que abre ese dato. Por eso, Kierkegaard
no se arroja a la nausea (Sartre condenado a la libertad), sino a la fe: la
posibilidad de elegir bien para afirmarme, para ser.
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