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martes, 11 de junio de 2019
Autoayuda y menos

lunes, 10 de junio de 2019
De dónde venimos
Leyendo a Loyola y a Pablo Guerrero (“Convertirse es ser atraído”, 2019) vengo (venimos) del trabajo cotidiano (la viña en términos evangélicos). Venimos de un territorio plagado de misión y de tareas. No estamos solos. Codo a codo conmigo, a mi lado, por delante mía, desde arriba, desde atrás, desde abajo, otras personas que hacen, empujan, realizan, lideran, promueven, acogen. La misión siempre es compartida. Venimos, sin embargo, en Babel: desterrados y sin hogar nos sentimos no pocas veces en este pequeño planeta azul pálido en la inmensidad. También venimos de Egipto, sujetos a mil esclavitudes que, en ocasiones, ni siquiera reconocemos como tales: las que impone el sistema, las que tienen forma de pulsiones o miedos interiores, las que nos ponen quienes conviven en nuestro entorno. Pero si estamos aquí es porque también estuvimos en el Tabor y, como aquel Pedro, deseamos poner tiendas junto a la Palabra de la Vida: la que hemos visto, la que tocaron nuestras manos.
lunes, 3 de junio de 2019
Zaqueo

domingo, 2 de junio de 2019
Tiempo, sentido, Éxodo
Frente a un mundo en el que se suceden los instantes, Heidegger propone, en un primer momento de su filosofar, la historia. Anclada en la narración histórica, toda actividad sucede en el tiempo con un sentido, un antes y un después con su fin por alcanzar. Pero el historicismo sufre la denuncia del racionalismo crítico (Popper), también del estructuralismo (la importancia de la sincronía frente a la diacronía) y claudica con la experiencia política del nazismo, el desarrollismo y el socialismo real, a los que Peter Berger denominará “pirámides de sacrificio”. Heidegger procede a deshistorizar el tiempo y lo ancla en el “sí-mismo” que permanece y dura mientras es fiel y que se disuelve y se convierte en un “perder el tiempo” cuando se esclaviza a las cosas de cada día. Loyola entiende el tiempo como relación que aboca a la inmediatez de la Presencia: Dios. Y propone ordenar todo lo demás al “alabar, hacer reverencia y servir”. El sentido no está en el sí-mismo, sino en el éxodo del sí-mismo.
martes, 28 de mayo de 2019
Inocencia y mala fe

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martes, 21 de mayo de 2019
Entender, desear, elegir

El maestro de Loyola nos dejó el librito de los Ejercicios Espirituales. Kolvenbach, que fuera superior general de los jesuitas, indica que se buscan tres fines: iluminar nuestro entendimiento, inspirar nuestro deseo, provocar nuestra libertad (citado por Pablo Guerrero, “Convertirse es ser atraído”, 2019). Esta finalidad sólo es posible si se entiende atravesada de una esperanza contracultural: somos capaces de conocer, de orientar nuestros deseos, de elegir en libertad. Contracultural puesto que mucho de lo que vivimos confunde conocer con computar, desear con estar enganchado y libertad con apariencia. Han pasado cuatro siglos desde que Loyola viviera su experiencia, la plasmara en un librito y lo diera a sus compañeros. Nos podemos acercar a aquel texto como quien hace arqueología o filología, pero también cabe escuchar ese deseo de libertad, de encontrar un sentido a nuestras elecciones y búsquedas y emprender el camino. Se llama “ejercicios” porque es un “ejercitarse”. La experiencia está en la vida. Pero para estar en la cancha, en plena competición, necesitamos mucho entrenamiento.
viernes, 10 de mayo de 2019
Historia y meta
Nuestra historia es un invento reciente. Podemos situar su nacimiento cuando el genio de la razón humana desplaza a Dios. Entonces, la eternidad pierde su lugar y, empujada por el vacío divino, la historia se abre camino en nuestra cultura. Sigue siendo, en un primer momento, historia de la salvación, pero no es ya un acontecimiento divino, un don, sino el resultado del esfuerzo realizado. Libres del don, toca diseñar el progreso. Byung-Chul Han señala que no importa lo que dura, sino lo que progresa. El tiempo histórico es, pues, una línea que se proyecta hacia el futuro para alcanzarlo lo antes posible: un coche, una casa, la universidad, una subida de sueldo, una victoria deportiva, etc. Todo como resultado, nada como don. Si la historia se acelera, fija su objetivo sin una reflexión que pondera su valor como meta. Va sin ton ni son disparando contra todo lo que se mueve. Loyola insiste en que el agradecimiento es el punto de partida del discernimiento, del servicio y del amor. Nuestro esfuerzo es solo posterior, aunque aparentemente la meta sea el resultado.
miércoles, 10 de abril de 2019
Motivos para el fracaso

domingo, 31 de marzo de 2019
Sentido
Para
Wittgenstein, probablemente, es una falsa pregunta con ninguna respuesta
posible: falso problema. Sobre el “sentido”, en ese sentido, no hay nada que
decir. Mejor callar. Sartre quizás piense que se trata de un sentido
autoconstruido: no hay un para qué dado; cada persona, sin más referente ni
horizonte que la propia historia, debe construirlo. Foucault invita a observar
cómo el viento de las circunstancias lo borrará como a un rostro dibujado en la
arena de la playa. Sin embargo, no pocas personas se mueven con un para qué:
¿el dinero, el poder, el placer? O, incluso, sin darle una formulación
conceptual, el para qué es el miedo o la codicia, el propio ego, o aquellas
causas que encumbran a la persona y le dan prestigio o reconocimiento. Loyola
propone: alabar, hacer reverencia, servir (gratuidad, respeto, cuidado). Y así
salvar la vida.
jueves, 1 de noviembre de 2018
Parálisis (2)

martes, 9 de octubre de 2018
Volver a las raíces
Volver a
la raíz, al origen del carisma, pide el Concilio Vaticano II a las órdenes y
congregaciones religiosas. Erasmo de Rotterdan cree que la reforma eclesial es
también volver a las raíces del cristianismo: Escritura y Padres de la Iglesia.
Loyola plantea la vida de sus clérigos reformados (los jesuitas) como un modo
de vida “a la apostólica”. ¿Es eso una tendencia conservadora? Observa
Armstrong que el Islam, tras la devastación producida por las hordas mongoles,
se reconstruye no con el empeño de hacer algo nuevo, sino en el intento de
“recuperar lenta y penosamente lo que habían perdido”. A partir de entonces, se
declara innecesaria la interpretación racional, que permitía dar respuestas a
cuestiones nuevas no imaginadas por el Corán, y se pone el empeño en conservar
la tradición. La innovación pasa a ser un peligro. ¿Volver a las raíces es un
peligro?
martes, 11 de septiembre de 2018
Discreción de espíritus

martes, 28 de agosto de 2018
Mortificación

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domingo, 24 de junio de 2018
Mayor necesidad

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miércoles, 13 de junio de 2018
No hay camino en medio

domingo, 10 de junio de 2018
Desorden

domingo, 3 de junio de 2018
Oficio de consolar
En el discurso ignaciano, la experiencia del resucitado se “muestra por
sus efectos” y responde al “oficio de consolar” (Loyola, “Ejercicios
Espirituales”). Amor es darse a quien se ama y recibir al que se da. Es cosa
recíproca y va más allá de la propia subjetividad. Sin embargo, su lugar
habitual no es el público escenario, sino la intimidad del hogar. Imagina
Loyola un encuentro entre María, la madre, y el Cristo, su hijo. No es un
encuentro con fundamento bíblico –ningún evangelista narra tal encuentro entre
las experiencias del resucitado-. A juicio de Loyola, es de sentido común y
debe darse por supuesto. Llama la atención que ese encuentro tiene lugar en el
ámbito de la intimidad de la Casa. Pasamos así de la enajenación de la tumba a
la intimidad del hogar. Después, a la vida pública se enviará a quien tenga
experiencia del crucificado/resucitado-.
domingo, 13 de mayo de 2018
Negatividad y belleza

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jueves, 10 de mayo de 2018
Los estándares del amor
El amor
tiene que ver con la palabra todo y con la propuesta para siempre. Hay, sin
embargo, un gen social que se resiste al todo y a la promesa de eternidad.
Nuestra sociedad simplifica las pruebas para considerar una experiencia como un
acto de amor. Ni la totalidad ni la eternidad (solo tú, para siempre tú del
matrimonio católico) son exigencia habitual de nuestra cultura para hablar de
amor; por eso, ahora hablamos más que nunca de amar y de enamorarnos: “No es que más gente esté
a la altura de los estándares de amor en más ocasiones, sino que esos
estándares son ahora más bajos” (Bauman, “Amor líquido”, 2003). Loyola sitúa al
final de sus Ejercicios Espirituales la Contemplación para alcanzar Amor. Su
propuesta pasa por el reconocimiento de “tanto bien recibido”. De esa manera,
seremos capaces de “enteramente reconosciendo, en todo amar y servir”. Todo.
Más allá de toda soledad

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