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domingo, 18 de noviembre de 2018

al-Qutb

La presión hacia lo nuevo, hija de la modernidad y denunciada por Adorno, presenta el dilema de correr cada vez más (Byung-Chul Han) o, sencillamente, quedar obsoleto (Bauman). Para Armstrong (“Los orígenes”, 2010), al-Qutb “puede considerarse el iniciador del fundamentalismo sunní”. Vive un periodo de entusiasmo por Occidente, pero la política colonial y el apoyo al sionismo lo desilusiona. Su paso por la prisión egipcia, le lleva a emplear toda su capacidad argumentativa en montar una ideología islámica capaz de combatir en su mismo terreno al marxismo, el capitalismo, el laicismo o el liberalismo. Hace del mito islámico un logos revolucionario: se enfrenta a la ciudad laica y retorna al sentido religioso de la sociedad. Su llamamiento a la lucha, tergiversa al Profeta desde la convicción profunda de la amenaza de la extinción. Nasser lo hace ejecutar en 1966.

jueves, 15 de noviembre de 2018

La persona modular y la patria

La vida de cada persona es una vida modular (Bauman, “En busca de la política”, 1999). De ese modo navegamos con eficiencia en un mundo de agrupaciones débiles. Nos unimos y nos separamos “ad hoc”. La propia familia deja de ser un lugar de pertenencia para convertirse, paulatinamente, en espacio fluido para entrar y salir. Se acabaron las coerciones que nos mantenían unidos por un poder de control internalizado o puramente externo. Asegura Bauman que se trata del “producto más notable de la sociedad moderna”. Sin embargo, todos estos atributos tienen una contrapartida: nunca nos sentimos en casa y siempre se nos somete a una triple condena: “la incertidumbre, la inseguridad y la desprotección”. No es extraño que la promesa de una patria o una tribu con significado esté en la raíz de todo fundamentalismo.

martes, 2 de octubre de 2018

Tribu

La tribu identifica territorio y cultura. Nada se cuestiona. Hace invisible cualquier alternativa. Es “la más plena manifestación de la idea de pertenencia” (Bauman, “En busca…”, 1999). La modernidad excluye a la tribu. La nación, en un mundo complejo, necesita una ideología: el nacionalismo. Es una ideología que oculta parte de la realidad para asegurar la pertenencia en un mundo cada vez más global. La democracia es contradictoria con la nación, porque precisamente desafía toda pertenencia heredada. Si la nación triunfa, la democracia desaparece exigida por la demanda de comunión que reivindica la nación. El estado de la nación tiende al totalitarismo. En la nación no hay ciudadanía, sino connacionales. El estado sin nación, tiende a la democracia, pero huérfanos de pertenencia. Esa orfandad la ocupan los nacionalismos.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Rendir cuentas


“La filosofía es el juez de una época; mal asunto cuando en lugar de esto se convierte en su expresión”. Cita a Hofmannsthal Popper al explicar su ser filósofo: racionalista e ilustrado. Y dice: “Un racionalista es sencillamente un hombre que concede más valor a aprender que a llevar razón”. No es el racionalismo la preeminencia de la razón especulativa sobre los datos. Afirma, por el contrario, que aunque toda respuesta es una hipótesis elaborada por la razón, siempre será una hipótesis provisional y que debe rendir cuentas ante la realidad y lo que de ella averigüe el esfuerzo investigador (La responsabilidad de vivir, 1994). Por eso, la filosofía no puede ser una buena amiga de los comportamientos contemporáneos. Si Bauman describe la vida líquida debe ser como instancia crítica. Si Byung-Chul Han nos habla del enjambre es para invitarnos a abandonarlo.

jueves, 6 de septiembre de 2018

Estelas en la mar

“Caminante, no hay camino, (...) sino estelas en la mar”, escribe Machado. Desde la sociología, Bauman, a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI parece empeñado en mostrar las consecuencias prácticas de tanta fluidez marina y líquida. Nada permanece, todo fluye y los estados se muestran incapaces de garantizar con sus muros los embates de las olas neoliberales. El mandato de la libertad (de los nuestros/as) se impone sobre el de la seguridad. Se despide a una vecina de un pueblo de Canarias que trabaja en servicios sociales como consecuencia de la crisis que produce un vecino de un pueblo desconocido de EE.UU. que no paga su hipoteca. Todo fluye y soñamos que levantando fronteras, muros, vallas y aumentando las cuantías del derecho penal nos dotamos de una seguridad perdida. Salimos a la calle y nos manifestamos.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Malestar


Freud escribe (1930) “El malestar en la cultura”. Entonces es la suya, la occidental. En 2010, Byung Chul habla de “La sociedad del cansancio”. Ahora se trata de un modo globalizado en el que la propia libertad es, no para ayudarse, sino para auto explotarse. En perspectiva económica, Stiglitz publica, con el comienzo del siglo (2002), “El malestar de la globalización”. Bauman cita a Freud para explicar, en 1998,  que nuestro malestar tiene origen en la privatización de lo público, el modo en que hemos acertado a garantizar nuestra libertad (pero no nuestra seguridad), en medio de un mundo cada vez más global. Nuestra libertad, afirma, “desalienta la imaginación” y nos hace impotentes ante los grandes problemas sociales. Privatizado todo, o casi todo, solo saldremos a la calle para protestar por el pederasta de la esquina.

martes, 28 de agosto de 2018

Mortificación


La vida líquida, el continuo fluir, no sólo quita suelo a toda pretensión de permanencia, sino que, además, va rápido. Por eso,  el temor principal que toca a todo ser humano de nuestra civilización es el miedo a quedar obsoleto (Bauman). Lo obsoleto es descartable. La respuestas son múltiples: determinar cuáles son los nuestros, de los que no defendernos (al menos provisionalmente), esforzarnos en excluir a quienes podrían mover nuestra silla y, sobre todo, acelerar, ir más rápido (Byung-Chul Han, “La sociedad del cansancio”, 2010). La adecuación a los cambios exige un ritmo cada vez más rápido. Las TIC no suponen más tiempo para el descanso, sino el aumento de la productividad: hacer más en menos tiempo, ir más rápido. ¿Cómo hacer de la tecnología empoderamiento y participación? Loyola pide: personas capaces de mortificación.

jueves, 2 de agosto de 2018

A correr


Sin capacidad contemplativa, cansados de caminar, corremos. La carrera no es una respuesta contemplativa que rompa de forma creativa la lógica de la caminata, sencillamente, acelera el proceso (Byung Chul Han, “La sociedad del cansancio”, 2010). Nuestro entorno cambia a enorme velocidad. No hay un mandato externo, nadie que imponga un ritmo. Ya no vivimos en un tiempo disciplinario. El liberalismo se reforzó en Mayo del 68 y caducó las normas, los valores culturales y las tradiciones. Quedó libre, disponible para que todo sujeto lo internalice. Hoy todo fluye (Bauman) y en su fluir descubrimos que podemos quedar obsoletos. Primamos el cambio. Ya no es necesaria la orden externa. Cada uno se autoperfecciona, cada uno se autoexplota. Dejamos de caminar y comenzamos a correr. Pretendemos atrapar el tiempo con nuestra carrera.

lunes, 18 de junio de 2018

Finitud y fe


Nuestro sistema nos hace introyectar la autoexplotación como autoperfeccionamiento (Byung-Chul). Creemos crecer cuando solo nos acomodamos al tamaño en el que el modelo nos necesita. Si no nos adecuamos, se nos expulsa. En términos temporales, quedamos obsoletos. Por eso, la cualidad más  apreciada es la que permite romper el compromiso (Bauman). Eso es libertad: la reactividad automática e inmanente frente a la propia caducidad. Kierkegaard apunta a la posibilidad. Mira hacia adelante con sobrecogimiento. Evita el regateo siempre posible ante lo real cambiante y finito. Propone un aprendizaje, una educación, desde la posibilidad trascedente y la angustia de estar ante lo innegociable. La posibilidad y su angustia no son la consecuencia de la finitud (caducidad) sino de la trascendencia. La respuesta no es el acomodamiento en la finitud, sino la fe.

miércoles, 30 de mayo de 2018

A navegar sin papá

Cae el modo sólido de autoridad patriarcal y navegamos eligiendo en la vida líquida (Bauman). A la intemperie desde un impulso narcisista: toda relación se vive como, a la vez, fuente de gozo y de amenaza. Quien fuma a mi lado es una amenaza de cáncer de pulmón (Žižeck). Sin modelo duro de autoridad estoy obligado a ser feliz, puesto que ya ningún "padre" me lo impide. En nuestra libertad postmoderna y líquida asumimos el mandato narcisista e imposible: navegar bien y navegar feliz (felicidad líquida, fluida, sin lealtades ni otras obligaciones). Interiorizamos al Gran Hermano. No es necesario que nos exploten. Ya nos encargamos nosotros mismos de hacerlo: pulidos, lisos, funcionales, (Byung-Chul Han). Máquina de consumo y autoconsumo. Sin brújula: reaccionando a las aguas que fluyen, con el enmascaramiento de que somos libres.

lunes, 14 de mayo de 2018

Humanismo


En el Renacimiento, el humanismo es recuperación de la cultura clásica. Tras el giro antropológico, muestra cierta centralidad de lo humano en lo ético, social, político o religioso. En dos frentes al menos, el humanismo incumple sus promesas: el deterioro humano de lo no humano (crisis ecológica) y la prevalencia legal de la ciudadanía y el individuo. La actual vida líquida (Bauman) occidental recorta derechos y atribuye a los otras personas no ciudadanas la causa de los males sociales. Así, los derechos son no de humanidad, sino de ciudadanía, y esta se atiene a los individuos. Francisco, por su parte, muestra que lo social y lo medioambiental son una sola crisis (“Laudato Si’”, 2015). La reacción antihumanista, con problemas evidentes de rigor y extensión, apunta, no obstante, a ambos problemas: la primacía de lo humano se concreta como expolio depredador y etnocentrismo ciudadano.

jueves, 10 de mayo de 2018

Los estándares del amor


El amor tiene que ver con la palabra todo y con la propuesta para siempre. Hay, sin embargo, un gen social que se resiste al todo y a la promesa de eternidad. Nuestra sociedad simplifica las pruebas para considerar una experiencia como un acto de amor. Ni la totalidad ni la eternidad (solo tú, para siempre tú del matrimonio católico) son exigencia habitual de nuestra cultura para hablar de amor; por eso, ahora hablamos más que nunca de amar y de enamorarnos: “No es que más gente esté a la altura de los estándares de amor en más ocasiones, sino que esos estándares son ahora más bajos” (Bauman, “Amor líquido”, 2003). Loyola sitúa al final de sus Ejercicios Espirituales la Contemplación para alcanzar Amor. Su propuesta pasa por el reconocimiento de “tanto bien recibido”. De esa manera, seremos capaces de “enteramente reconosciendo, en todo amar y servir”. Todo.

martes, 3 de abril de 2018

Retorno a la tribu

Se puede interpretar el Génesis como la proyección del sueño humano hacia los orígenes; también sus males: ve en el fin del paraíso primigenio el dolor del presente. La actual mirada hacia el pasado, la retrotopía (Bauman, 2017), focaliza nuestro deseo hacia un ideal del pasado. La apertura porosa de los estados provoca que el vecindario se comporte como un mini estado: homogeneizar, controlar y proteger. La vuelta a la tribu (que quizás nunca existió) da mayor control y homogeneidad y marca una diferencia entre nuestra gente y el resto que tranquiliza conciencias y resucita fantasmas en otras. "A medida que la esperanza de progreso desaparece, la herencia nos trae consuelo“, dice Bauman. Como renunciamos a que el futuro se construya por toda la humanidad, tratamos de construirlo acudiendo a la memoria idealizada de nuestra tribu o nación.

La privatización de los sueños

La utopía de una sociedad mejor por la que luchar deja paso en el tiempo presente a la utopía personal de progreso. Se trata de la privatización de los sueños. No aspira a cambiar las condiciones humanas, sino al éxito personal o, a lo más, al del propio grupo, en el mundo desigual. Entre las causas de esta mutación está el fracaso de los estados nación en su gestión de la globalización. El estado protector no protege. Se rinde ante el poder real y entrega la política a la empresa que la disuelve o, en todo caso, la reduce al espacio local. Con el tiempo, comprobamos que la libertad y la competencia suponen para una gran mayoría el fracaso de las mejoras personales. Bauman señala que todo esto produce, finalmente, la emergencia de las retrotopías. Se nos cuela el deseo de recuperar un pasado adornado por virtudes añadidas por la nostalgia.

lunes, 2 de abril de 2018

Añoranzas

“Cualquiera tiempo pasado fue mejor”, nos dice Jorge Manrique al apuntar el Renacimiento. Otto Rank, seguidor de Freud, entendía que buena parte de nuestra dinámica psicológica se explica por el deseo de volver al vientre materno para superar así el trauma del nacimiento. Afirma Bauman (“Retrotopía”, 2017) que vivimos una epidemia de nostalgia. Ante el pesimismo del futuro que viene (el 80% de la población francesa piensa que sus hijas e hijos vivirán peor que ellos), añoramos el retorno a un sueño que, en realidad, nunca existió. En política, esa pulsión, con frecuencia, deviene en nacionalismo: el retorno a una utopía comunitaria puesta en los orígenes de nuestra identidad nacional. Ese aire habita también otras experiencias comunitarias, como las religiosas, donde los tiempos de cambio levantan también añoranzas.

domingo, 25 de marzo de 2018

Volvemos al enjambre

Albert Florensa nos habla del “selfie”: sirve, a su juicio, para medir el crecimiento del narcisismo. Hemos pasado del “debes” al “no tienes límites”, del “lucha” al “yes we can”. Muestra a Bauman y su “El arte de la vida”: parece que todas y todos podemos dar sentido a todo. Un despido a los 54 es “una oportunidad”. Cualquier sueño puede ser alcanzado. Byung-Chul insiste: acabamos con personas hiperactivas, fragmentadas, dispersas. Se globaliza la superficialidad. Lo difícil se positiviza y hay poca tolerancia al hastío, al fracaso. “La pérdida de la capacidad contemplativa, que, y no en último término, está vinculada a la absolutización de la vida activa, es corresponsable de la histeria y el nerviosismo de la moderna sociedad activa”, sentencia Byung-Chul en “La sociedad del cansancio”, 2012. Volvemos al enjambre.

lunes, 19 de marzo de 2018

A navegar

Comienza Morey, su “Foucault y Derrida” (2015) con una descripción del programa del pensamiento francés del siglo XX:  unir concepto y existencia, una filosofía para la vida, pensamiento y comportamiento de la mano (incluida la política), recuperar al sujeto y escribir filosofía como literatura. Dos observaciones a partir de otras lecturas: la primera es cierta sensación de que tanta literatura pueda reducir la filosofía a conversación (Rorty) o a una exposición sin rigor (Sokal-Bricmont): aunque sea sugerente y parezca ayudar al vivir, ¿no devuelve al ambiente de los sofistas? Por otro lado, a partir de la lectura de Byung-Chul, en la segunda década del siglo XXI, se puede decir que lo conseguido es la expulsión de lo distinto, el acento en lo vacío, la sustitución de lo bello (sublime) por lo pulido (liso) y la bulla del enjambre. A navegar, diría Bauman.

jueves, 14 de diciembre de 2017

La historia

Es buen motivo para investigar nuestra historia el deseo de comprender nuestro ahora. Sobre todo en este tiempo en que  la cultura parece apostar por lo efímero (Lipovetsky) y las relaciones se disuelven en el agua (Bauman). Buscamos orígenes familiares y antecedentes de la tribu a la que pertenecemos. En el año 2009, la profesora MacMillan publicó el libro “Usos y abusos de la Historia”. Hace notar que cuando miramos a la historia queremos que nuestras vidas tengan sentido, queremos dar con nuestro lugar en la sociedad y el mundo. Ese deseo puede llevarnos al engaño, al abuso: abusamos de la historia cuando la pintamos de modo que se parece a una justificación de nuestras opciones actuales. De ese modo, la historia acelera la destrucción de relaciones sociales y encona conflictos. Se convierte en arma de destrucción masiva.

domingo, 10 de diciembre de 2017

Todo cambia

Noche en Cáceres
En nuestra propia historia cambiamos. Cambian sentimientos y afectos, de modo fluctuante y poco controlable. Cambian nuestras opiniones políticas y nuestras convicciones religiosas. Cambia también nuestro modo de mirar y ver, de juzgar a otras personas. Toda esa capacidad de cambio es una energía profundamente humana que nos ha ayudado a sobrevivir como especie y nos permite adecuarnos como personas ante las condiciones cambiantes de la realidad. Ese cambio, por supuesto, lo podemos trabajar. Si no lo elaboramos, se convierte en “vida líquida” (Bauman), en ocasión para los piratas (Innerarity) o en fanatismo totalitario (Arendt).  Sartre afirma que no tenemos excusa: somos responsables. Pero es cierto que en la vida observamos como casi todo, incluso lo que resulta del esfuerzo, se recibe como don (gratuidad).