jueves, 8 de febrero de 2018

¿Post - Postmodernidad?

Postmodernidad es, en buena medida, adiós a la “Verdad”. Esta despedida tiene su itinerario. Descartes introduce la duda sobre el mundo exterior y afirma sólo a partir de lo que se vive subjetivamente (Cogito ergo sum). Con la Ilustración se entroniza la Razón y se camina hacia la muerte de Dios (con mayúsculas). El siglo XX saborea los monstruos y proclama el final de la metafísica (la realidad es quien la pastorea). Desde entonces, el pensamiento es débil y los fundamentos líquidos (o gaseosos). Con Rorty hemos pasado del razonamiento a la “mera” conversación. ¿Se puede afirmar que con el tercer milenio entramos en la post -  post modernidad? ¿Sería acaso el retorno a los hechos fehacientes (Sokal y Bricmont)? Parece posible y es necesario recuperar la hoja de ruta de Ellacuría S.J.: “Hacerse cargo, cargar y encargarse de la realidad”.

Todo comenzó con un rumor: vive
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miércoles, 7 de febrero de 2018

De la mano

Todo comenzó con un rumor: vive
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Para la Escuela de Frankfurt, la filosofía de su tiempo aboca a una contraposición equivocada: la filosofía conceptual científica y la filosofía existencialista que acaba en la irracionalidad. La deriva nacional socialista de Heidegger es, a ojos de Adorno, no más que una consecuencia de su posicionamiento filosófico.  Farina (“Adorno”, 2016) señala los itinerarios paralelos: romanticismo, existencialismo, nacionalismo, de una parte; ilustración, conceptualismo, capitalismo, del otro. Quizás hoy seamos testigos de la fusión de ambos itinerarios: el fin de las ideologías se prolonga en el final de los grandes relatos, adiós a la Verdad y al reino del pensamiento débil (Gianni Vattimo). Por otro lado, el final del marxismo real (URSS) parece dar la razón a los que no ven alternativa al capitalismo. Hoy capitalismo y pensamiento débil parece que van de la mano. 

martes, 6 de febrero de 2018

Ideología ampliada

Parece que Mannheim entiende ideología (“Ideología y utopía”, 1929) como una perspectiva que, de algún modo, vela la realidad. Cada sujeto tiene una perspectiva: su historia, su poder, sus intereses. De ese modo extiende un concepto que, hasta ese momento, era propio del léxico marxista. Horkheimer y Adorno ven en Mannheim “una suerte de aberración” (Farina, “Adorno”, 2016). En el léxico marxista, la “ideología” es una perspectiva hipócrita o, al menos, si es inconsciente, un engaño. Es ideológica toda perspectiva que oculte la realidad de la desigualdad generada por el sistema de producción capitalista. En ese sentido, la teoría por la que Mannheim extiende el concepto de "ideología" es igualmente ideológica: falsea la realidad al atribuir al defensor de intereses capitalistas y al luchador por la justicia el mismo estatuto epistemológico.

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lunes, 5 de febrero de 2018

Comunidades de identidad

Una sociedad organizada en comunidades de identidad, ¿es todavía una sociedad abierta? ¿Cuál es el punto en el que la tolerancia (aceptar la presencia de lo que no valoro en sí mismo) es exigible? Sartori incluye el principio de “no daño”. No es exigible tolerar lo que nos hace daño. La tolerancia supone un valor que no consideramos relativo, aunque ese valor pueda ser tan flexible como la sociedad que aprecia el pluralismo. Ese aprecio no es relativo; no se tolera lo que quiere destruir nuestro propio modelo de convivencia. Ni la religión, ni la etnia, ni la orientación sexual, ni la lengua, ni la profesión… atentan contra el pluralismo. Sin embargo, el fanatismo violento, el crimen organizado, la distribución de las drogas, ¿son tolerables? En ocasiones, estos comportamientos se justifican desde convicciones religiosas, étnicas, sexuales, culturales… 


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domingo, 4 de febrero de 2018

La sociedad plural

Cargamos con una realidad: la sociedad plural. Es una “carga” y como tal lo viven personas que añoran su puesto claro en una sociedad suficientemente homogénea y definida. Por eso, o nos encargamos correctamente de la pluralidad o, en vez de un pluralismo sano que valora la diversidad, nos encontraremos con la competencia de intereses o con la no convivencia real que añora cierto comunitarismo, el de la sociedad multicultural. Se trata de un multiculturalismo que “separa, es agresivo e intolerante” (Sartori). Si el pluralismo respeta y valora positivamente la diversidad, el multiculturalismo lo niega: asume lo plural para generar espacios enfrentados o, en todo caso, coexistentes.  La multiculturalidad parece consagrar el “choque de civilizaciones” a escala de ciudad. ¿Nos podemos encargar de esta realidad sin devenir en la sociedad líquida?


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