El amor
tiene que ver con la palabra todo y con la propuesta para siempre. Hay, sin
embargo, un gen social que se resiste al todo y a la promesa de eternidad.
Nuestra sociedad simplifica las pruebas para considerar una experiencia como un
acto de amor. Ni la totalidad ni la eternidad (solo tú, para siempre tú del
matrimonio católico) son exigencia habitual de nuestra cultura para hablar de
amor; por eso, ahora hablamos más que nunca de amar y de enamorarnos: “No es que más gente esté
a la altura de los estándares de amor en más ocasiones, sino que esos
estándares son ahora más bajos” (Bauman, “Amor líquido”, 2003). Loyola sitúa al
final de sus Ejercicios Espirituales la Contemplación para alcanzar Amor. Su
propuesta pasa por el reconocimiento de “tanto bien recibido”. De esa manera,
seremos capaces de “enteramente reconosciendo, en todo amar y servir”. Todo.
jueves, 10 de mayo de 2018
Más allá de toda soledad
El amor,
dice Fromm (“El arte de amar” 1950), no es encontrar el objeto amado: es una
tarea y requiere un aprendizaje. A su juicio, la mucha actividad amorosa (quien
mucho se enamora) es no más que huidas de la soledad condenadas al fracaso,
porque no se puede huir, hay que afrontar. El verdadero amor es aquel que ama
en la persona amada toda la realidad.
Para Badiou (“Elogio del amor”, 2009), amar es “estar más allá de cualquier soledad,
conectado con todo aquello que anima la existencia del mundo”. El amor es
reconocer en la persona amada y la fuente de mi propia existencia. Loyola, en
el s. XVI, insiste en que para alcanzar amor hay que contemplar todo como don,
incluso la capacidad de donarse es un don. Eso sí, desde un realismo que chilla
en el subjetivismo líquido actual, afirma que el amor es más cosa de obras que
de palabras.
martes, 8 de mayo de 2018
Tú sabes que te amo
“Tú sabes que te amo”, proclama Pedro en el Evangelio Según San Juan. El
momento sucede a la terrible desolación del desencuentro, la negación y el
rechazo. La cruz sucede a Pedro que dice “no lo conozco”. El mismo jueves, en
la pre-pascua, se da la afirmación del amor incondicionado y el amor como
tarea: el Cristo arrodillado que lava los pies. El viernes, tras la huida y la
negación del grupo de los hombres que le seguían, quedan a distancia las
mujeres. ¿Cómo es posible a la orilla
del lago, en lo cotidiano de Galilea, afirmar: “Tú sabes que te amo”? La noche,
la barca, la pesca que no llega a pesar de la experticia de las redes que
claramente dominan. De hecho, no es Pedro quien reconoce al que desde la orilla
introduce la novedad. Queda el discípulo amado (¿cualquiera de los que aman?
¿imposible para quienes no aman?).
lunes, 7 de mayo de 2018
El lugar de la tarea
Ya que el Mar Muerto no permite pescar y que la mayoría de los puertos
quedan fuera del alcance de los pescadores autóctonos, el Mar de Galilea,
también Tiberiades, es su lugar de brega. En este entorno ponen los Evangelios
buena parte de la actividad de Jesús, con centro principal en Cafarnaúm. Simón
(que Cristo apodó como Pedro) y sus compañeros se dedicaban a la pesca. El lago
es trabajo ordinario. Juan, el último de los escritores canónicos, sitúa en
este enclave la experiencia del resucitado. Nos habla, pues, de una experiencia
en lo cotidiano. Añade, además, la noche (la oscuridad) y el fracaso en la
tarea (“no pescaron nada”), para situarnos en el ambiente del sepulcro y el
final, aparentemente inevitable, del movimiento de Jesús. Pero en lo cotidiano
del trabajo, se plantea una pregunta (“Simón de Juan, ¿me amas?”) y una tarea:
el cuidado.
domingo, 6 de mayo de 2018
Donde no podía estar
El cambio de horizonte hermenéutico no cambia la realidad: cambia su
interpretación. El asesinato del nazareno es real. Los dos que van hacia Emaús
lo viven como un fracaso. Interpretan desde un horizonte en el que el éxito es
la imposición militar sobre los romanos y su expulsión del territorio de
Israel. Hay tres elementos de su hermenéutica que fijan esa interpretación: los
jefes –la autoridad religiosa- lo entregaron; las mujeres no tienen un
testimonio creíble que deba tenerse en cuenta; lo real está disponible y a la
vista. El caminante les cambia los supuestos: Dios no entiende el triunfo al
modo del Emperador; los jefes del pueblo son históricamente ejemplo de dejación
de responsabilidad; Dios se hace presente donde no podía estar (mujer, pecador,
menor, crucificado). Lucas no cambia la realidad, afirma que la realidad es
otra. Otra, y es esperanzada.
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