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martes, 11 de junio de 2019

Autoayuda y menos

“Alabar, hacer reverencia y servir” señala Loyola en el siglo XVI como sentido de la existencia humana. Es un éxodo de nuestro “propio amor, querer e interés”. Propone todo un itinerario para afrontar este destino (los Ejercicios Espirituales) que, son así, una escuela de libertad; aprenderemos a desengancharnos de todo lo que nos impide el camino de la gratuidad, el respeto y la disponibilidad. Aprenderemos a afectarnos por quien nos invita a caminar con Él y como Él en una causa de justifica y amor: reconciliar a la humanidad con ella misma, con la creación entera y con Dios. Aparece muy lejos de los manuales de “autoayuda” donde toda la estrategia parece centrarse en el individuo, no en la comunidad, y en sus potencialidades limitadas por la sociedad en la que vive. La “autoayuda” trastoca el éxodo en ensimismamiento. Lejos del reconocimiento de los propios límites y la necesidad de las demás personas, la autoayuda invita a la propia plenitud sin los demás: no siempre una mente plena es ayuda.

domingo, 2 de junio de 2019

Tiempo, sentido, Éxodo

Frente a un mundo en el que se suceden los instantes, Heidegger propone, en un primer momento de su filosofar, la historia. Anclada en la narración histórica, toda actividad sucede en el tiempo con un sentido, un antes y un después con su fin por alcanzar. Pero el historicismo sufre la denuncia del racionalismo crítico (Popper), también del estructuralismo (la importancia de la sincronía frente a la diacronía) y claudica con la experiencia política del nazismo, el desarrollismo y el socialismo real, a los que Peter Berger denominará “pirámides de sacrificio”. Heidegger procede a deshistorizar el tiempo y lo ancla en el “sí-mismo” que permanece y dura mientras es fiel y que se disuelve y se convierte en un “perder el tiempo” cuando se esclaviza a las cosas de cada día. Loyola entiende el tiempo como relación que aboca a la inmediatez de la Presencia: Dios. Y propone ordenar todo lo demás al “alabar, hacer reverencia y servir”. El sentido no está en el sí-mismo, sino en el éxodo del sí-mismo.

jueves, 9 de mayo de 2019

Vencida la espada


“Vencida de la edad sentí mi espada”, canta Quevedo en quejumbroso soneto. Señala el paso del tiempo al recorrer el último trecho. Tema propio de la poesía que se plasma magnífico en Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir…”. Parece situarse en esa estela Heidegger: asegura que somos para la muerte. Pero hoy, señala Byung-Chul Han, es una muerte desprovista de significado. No es el final de nada, se nos dice, porque si después es nada, lo previo también lo es. En Manrique perdura la memoria; en Quevedo “serán cenizas, mas tendrán sentido”. En nuestra cultura, una insignificante fracción de un tiempo inabarcable que se mide en miles de millones de años. Menos de una fracción de segundo en escala anual. Situada la humanidad en el pálido azul de un punto en un rincón perdido de una galaxia más bien mediana entre cientos de miles. Nada. Salvo que el misterio de luz habite en la trascendencia: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, confiesa Hipona.

domingo, 7 de abril de 2019

El cansancio


¿Es el trastorno por déficit de atención e hiperactividad propio de nuestro tiempo? Frankl (“El hombre en busca de sentido”, 1945) pinta, tras la guerra, la neurosis de la ausencia de sentido. Es hijo de los existencialismos. El final de la metafísica, el holocausto, el conocimiento científico, la pequeñez de nuestras metas, la inercia del día a día llevan a la neurosis noógena. La terapia es un éxodo de sí mismo, una trascendencia hacia la otra persona, la otra realidad natural y, en última instancia, lo Otro Absoluto que no se explica, que se alaba, se respeta, se sirve. El siglo XXI inventa el coaching que hace de toda actividad la más eficiente. En “La sociedad del cansancio” (2010), Byung-Chul ve una depresión por exceso de sentido: todo es alcanzable, todo deviene propio. Nada hay fuera, extraño, solemne. No es posible el Éxodo. No hay sito para el fracaso. Sólo cabe el cansancio.

domingo, 31 de marzo de 2019

Sentido

Para Wittgenstein, probablemente, es una falsa pregunta con ninguna respuesta posible: falso problema. Sobre el “sentido”, en ese sentido, no hay nada que decir. Mejor callar. Sartre quizás piense que se trata de un sentido autoconstruido: no hay un para qué dado; cada persona, sin más referente ni horizonte que la propia historia, debe construirlo. Foucault invita a observar cómo el viento de las circunstancias lo borrará como a un rostro dibujado en la arena de la playa. Sin embargo, no pocas personas se mueven con un para qué: ¿el dinero, el poder, el placer? O, incluso, sin darle una formulación conceptual, el para qué es el miedo o la codicia, el propio ego, o aquellas causas que encumbran a la persona y le dan prestigio o reconocimiento. Loyola propone: alabar, hacer reverencia, servir (gratuidad, respeto, cuidado). Y así salvar la vida.

domingo, 7 de octubre de 2018

Idolatría

Jomeini vive las dos pasiones de todo shií: la justicia y lo oculto (el sentido). Antes de la revolución iraní, los jesuitas formulan su misión actual como servicio de la fe y promoción de la justicia. En la lucha contra el sha Reza Pahlevi mueren miles de personas; serán mártires –testigos, testimonio-. En el 89, en el jardín de la Universidad Centroamericana de El Salvador, los cadáveres de Ellacuría SJ, sus compañeros y dos mujeres que se habían refugiado en la casa son símbolo de miles y testimonio de la fe y la justicia. Lo religioso, que la modernidad quiere pulido e íntimo, retorna como motor revolucionario. Sin embargo, los jesuitas salvadoreños no pretenden la instalación en el poder de un clérigo. Jomeini cree que sólo un clérigo puede garantizar la modernización de una sociedad islámica. Si la fe se instala en una estructura política, ¿no es idolatría?

domingo, 16 de septiembre de 2018

Los hechos y la historia

De la historia se hace uso y abuso (MacMillan, 2009). Señala Popper que más bien, lo que sucede, es que la Historia no existe (“Acerca de la historiografía y el sentido de la historia”, 1962).  Se trata, en primer lugar, de que existen diferentes “historias de…”, aunque con frecuencia, lo que buena parte de la ciencia histórica considera historia es, en realidad, la historia de la ambición  y el poder político.  En segundo lugar, la historia es necesariamente una selección de algunos acontecimientos que nunca podrían determinar un sentido de la historia, aunque esos acontecimientos puedan ayudar a comprender mejor lo que ha sucedido después tras haber conocido lo que ha sucedido antes. En ese sentido, toda explicación de la historia es sometible a juicio y todo juicio debe estar respaldado por la documentación que acredite los hechos seleccionados.

miércoles, 18 de julio de 2018

Falsa pregunta


Para Wittgenstein es una falsa pregunta con ninguna respuesta posible, un falso problema y no hay nada que decir sobre el mismo. Mejor callar. Sartre quizás piense que se trata de un sentido autoconstruido y que no hay un para qué ya dado: el sentido se fabrica por la propia persona sin más referente ni horizonte que la historia en la que vive. Foucault invita a observar cómo el viento de las circunstancias lo borrará como a un rostro dibujado en la arena de la playa. Sin embargo, las personas ponemos un para qué a nuestras actuaciones, lo elegimos: el dinero, el poder, el placer. O, incluso sin darle una formulación conceptual, el para qué es el miedo o la codicia, el propio ego o aquellas causas que encumbran a la persona y le dan prestigio o reconocimiento. Por tanto, ¿es el sentido una falsa pregunta o hay propuestas que son falsas respuestas?

martes, 22 de mayo de 2018

Sin ideologías


Si la “postmodernidad” erosiona metafísica y relatos de sentido (filosofar es conversar), la “post-política” (Žižeck, “En defensa de la intolerancia”, 1998) lima las ideologías. La política (el desafío de la parte por la no-parte) deviene técnica y  consenso; así, la resistencia a la globalización (tanto la nacionalista que cuida la identidad comunitaria, como aquella que sueña valores “imposibles”, por utópicos) es reliquia del ayer a superar. El clamor por otra globalización posible (Stiglitz, “El malestar en la globalización”, 2002)  se etiqueta como sueño del pasado. Así, la nueva política elude la verdadera política:  “no es simplemente cualquier cosa que funcione en el contexto de relaciones existentes, sino precisamente aquello que modifica el contexto que determina el funcionamiento de las cosas”. ¿Eludimos el desafío?

miércoles, 21 de febrero de 2018

Historia de sentido


La teología católica es una ciencia que pretende ser un discurso racional sobre el sentido. Se elabora a partir de unos hechos. En este caso, unos hechos relatados y fijados en un texto. El texto, sin embargo, tiene una pretensión sorprendente: transmitir una opción de sentido (fe), elaborada en una comunidad con historia y que conoce la historia de Jesús y que cree que ese sentido servirá para toda la historia humana y para toda historia humana (Moingt, SJ. “El hombre que venía de Dios”, 1994). La cristología es central en la teología católica. El teólogo no viene a Jesús pretendiendo averiguar cómo fueron los hechos fehacientes de su vida. Pero tampoco elabora un mensaje que contradiga a los hechos. Su interpretación, la que devuelve aquella historia a la historia nuestra, no puede contradecir la interpretación canónica de la primera generación cristiana.

domingo, 14 de enero de 2018

¿A quién pertenece el destino?

En un campo de exterminio, Frankl apuesta por el sentido. Asegura que es el sentido lo que le salva. Si seguimos la pista del Sísifo de Camus, es la construcción del sentido lo que le salva: “No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir un manual de la felicidad”. Pero ambos, Camus y Frankl son de un mundo de piedra y barro, donde el asesinato es visible y la enfermedad no se oculta en las plantas de paliativos hospitalarios. Probablemente en la liquidez de la vida actual, una instalación en la inmanencia puede ser tranquila, plácida, mientras la realidad virtual quita densidad a la realidad real. El “sinsentido” se confunde con “me-gusta” de Facebook (Byung-Chul Han). Camus insiste: “Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece”.  Los estructuralismos lo disuelven: todo nos pasa, de nada somos sujetos activos.

jueves, 11 de enero de 2018

Voluntad de sentido

En 1942, Albert Camus publica “El mito de Sísifo”: “Juzgar si la vida vale o no vale la pena vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”. Escribe en un mundo que asiste a la sangría de los totalitarismos. La lucha por la supervivencia parece ser la respuesta que, inmediatamente después de la guerra, en 1946 da Vicktor Frankl a esta pregunta en “El hombre en busca de sentido”: “No había tiempo para consideraciones morales o éticas, ni tampoco el deseo de hacerlas. Un solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida”. Camus piensa que todo intento de sentido está condenado al fracaso. Precisamente, en esa clarividencia, la de la imposible esperanza está su victoria: “No hay destino que no se venza con el desprecio”. Frankl sobrevive al campo de exterminio y al preguntar el porqué, responde: la voluntad de sentido.

martes, 9 de enero de 2018

Incoativamente

Fascina el lenguaje. ¿Es algo la inteligencia sin el lenguaje? Buena parte de la filosofía del siglo XX explica la realidad como lo lingüísticamente expresado (Kant). Así, la pregunta por la realidad pasa a pregunta por el significado, por el sentido. En su Trilogía, Zubiri presenta una relación inmediata entre lo real y la inteligencia: la aprehensión primordial de la realidad por parte de la inteligencia (sentiente). Es aprehensión incoativamente a la vez que primordial, lenguaje. A su vez, el lenguaje es siempre contemporánea e incoativamente racional. Zubiri no imagina una razón que deviene lenguaje que formula la realidad, sino una realidad aprehendida primordialmente (inteligencia sentiente) e incoativamente logos y razón. Si la filosofía se hace puro análisis del lenguaje, se autolimita y renuncia a lo real, y pone la base para eso que hemos llamado pensamiento débil.

lunes, 8 de enero de 2018

Inteligir sentiente

Para Berger y Luckmann, realidad es construcción social (1966). H. Becker (Para hablar de la sociedad, 2007), tras cuarenta años, dice que todo hecho está sostenido por una teoría aceptada por una comunidad concreta para la que tiene significado. Así, un hecho es interpretación (Becker distingue entre interpretación y hecho; cuestión de nivel). Queda Zubiri como Quijote: La realidad sigue siendo tan tenaz que cuestiona toda comunidad de sentido y obliga a buscar una nueva relación entre el inteligir y lo que da de sí, lo real. Berger (Rumor de ángeles) ve que es posible un logos a partir de lo real que no se distancie hasta la ruptura con la realidad. La experiencia cotidiana indica que sobrevivimos en una realidad agresiva por un inteligir sentiente, no fantasiosa ficción, por un sentir inteligente, una interpretación correcta de lo que de suyo, de lo real.

jueves, 14 de diciembre de 2017

La historia

Es buen motivo para investigar nuestra historia el deseo de comprender nuestro ahora. Sobre todo en este tiempo en que  la cultura parece apostar por lo efímero (Lipovetsky) y las relaciones se disuelven en el agua (Bauman). Buscamos orígenes familiares y antecedentes de la tribu a la que pertenecemos. En el año 2009, la profesora MacMillan publicó el libro “Usos y abusos de la Historia”. Hace notar que cuando miramos a la historia queremos que nuestras vidas tengan sentido, queremos dar con nuestro lugar en la sociedad y el mundo. Ese deseo puede llevarnos al engaño, al abuso: abusamos de la historia cuando la pintamos de modo que se parece a una justificación de nuestras opciones actuales. De ese modo, la historia acelera la destrucción de relaciones sociales y encona conflictos. Se convierte en arma de destrucción masiva.