Jomeini
vive las dos pasiones de todo shií: la justicia y lo oculto (el sentido). Antes
de la revolución iraní, los jesuitas formulan su misión actual como servicio de
la fe y promoción de la justicia. En la lucha contra el sha Reza Pahlevi mueren
miles de personas; serán mártires –testigos, testimonio-. En el 89, en el
jardín de la Universidad Centroamericana de El Salvador, los cadáveres de
Ellacuría SJ, sus compañeros y dos mujeres que se habían refugiado en la casa
son símbolo de miles y testimonio de la fe y la justicia. Lo religioso, que la
modernidad quiere pulido e íntimo, retorna como motor revolucionario. Sin embargo,
los jesuitas salvadoreños no pretenden la instalación en el poder de un
clérigo. Jomeini cree que sólo un clérigo puede garantizar la modernización de
una sociedad islámica. Si la fe se instala en una estructura política, ¿no es
idolatría?
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