El
humanismo laico, en nota a pie de página de la setentencia “Torcaso contra
Watkins” (Tribunal Supremo EE.UU. 1961), es “…una de aquellas religiones del
mundo que, al igual que el budismo, el taoísmo y la cultura ética no enseña lo
que en general se considera una creencia en la existencia de Dios”. Para
Armstrong (“Los orígenes…”, 2010) esta identificación de laicidad con otra
religión da pie a la posición política de quienes piensan que si el Estado
defiende una religión diferente a la mía, mi lealtad al Estado se cuestiona y
es legítimo que intente conquistarlo. En Israel, en los 70, el Gush Emunin se
configura como un grupo de presión para “conducir al pueblo judío hacia la
plenitud de la visión sionista”, la herencia judía, para salvar Israel y el mundo.
Inician un camino imposible para la paz: la expulsión de los palestinos y la
ocupación de sus tierras.
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