sábado, 31 de marzo de 2018

La muerte de Dios, la muerte del "hombre"


En una simplificación propia del género (teleserie), un minero pregunta a un predicador evangélico que advierte contra la codicia: “Si Dios no quisiera que nos enriqueciéramos con las piedras doradas, ¿para qué las puso en el suelo?” En esa teología del sentido común, el ser humano sería el señor de referencia de todo lo creado. Así, el “…dominad la tierra”, mandato del Génesis, se interpretaría en esa dirección: el hombre como medida de todas las cosas. Esa prioridad de lo humano se acentúa en la cultura occidental con la crisis de la referencia trascendente y la entronización de la diosa “Razón”. Sin embargo, el propio desarrollo de la misma descentra al ser humano. A la muerte de Dios parece seguirle la muerte del ser humano. Quizás entonces descubramos que el dios que ha muerto era solo la proyección que de Él se hizo la humanidad.

jueves, 29 de marzo de 2018

Deconstrucción y otro

Derrida habla de deconstrucción. Usa el concepto de “signo” de los estructuralismos (el sentido emerge de las diferencias y del lugar en la estructura) para analizar textos e instituciones. Deconstruir es mostrar la risible pretensión de atribuir suelo metafísico a nuestras construcciones antropológicas. De este modo, denuncia el logocentrismo y afirma la importancia “de lo otro que irrumpe, del otro que escribe en mí. (…). La justicia –dirá- consiste en aprender a vivir con el otro” (Morey, “Foucault y Derrida”, 2015).  Lo otro aparece para cuestionar el concepto de “verdad” como la presencia en el presente. Más bien apunta a los espacios vacíos, que siguen significando sin presencias de lo propio. El vacío es la presencia del otro, de lo otro. La ética se orienta por la presencia del otro, que siempre es diferida, inaprensible. Ese es el respeto y el servicio.

¿Qué es el hombre?


La filosofía gira en antropología con Descartes al poner en el centro del pensar el propio sujeto y la propia actividad de pensar. El giro tiene su culmen en Kant, donde todas las preguntas filosóficas (¿Qué podemos conocer? ¿Qué podemos hacer? ¿Qué nos cabe esperar?) se reducen a una: ¿Qué es el hombre? Desde entonces, unas y otras escuelas han sacado consecuencias y unas y otras han notado los límites de esta orientación. Si el programa fenomenológico propone la vuelta a las cosas y el estructuralismo apunta al post-humanismo, Zubiri insiste en el carácter sentiente de toda inteligencia y Levinas asalta la pura otredad. Derrida cruza todo su trabajo por la “atención a la alteridad”. Por el camino, casi toda la filosofía ha quedado en análisis de textos.  Entre la supuesta cosa y el supuesto sujeto queda la narración, el lenguaje.

martes, 27 de marzo de 2018

Historia o gnosticismo


Los estudios históricos sobre el movimiento de Jesús son profundos. Impresiona “Un judío marginal”, 1991 de J. Meyer, o la síntesis de Pagola (“Jesús, aproximación histórica”, 2007). Esta última ¿es demasiado optimista? ¿Considera que sabemos lo suficiente del nazareno como para leer de un modo nuevo las narraciones y, por tanto, la fe? Más bien, ahora apuntamos la prioridad del texto: la escritura es previa al sentido y permanecerá después del mismo (Derrida). El acceso al Jesús histórico queda herido por arma de doble filo: ni es realmente posible, ni es realmente significativo para la fe. La teología también lo confirma: es el Espíritu, el que “lo explicará todo”. Ahora bien, ese Cristo de la fe, el de las narraciones, necesita de aquel “que vieron nuestros ojos y nuestras manos tocaron”. De otro modo, la experiencia cristiana es sombra del gnosticismo.

lunes, 26 de marzo de 2018

Idolatrar lo humano

Si el cristianismo es un humanismo se disolverá como un rostro dibujado sobre la arena de la playa (Foucault). Si el cristianismo se centra en lo humano, entonces, lo divino, lejos de remitir a lo absolutamente Otro, solo proyecta el futuro de lo humano (Feuerbach). Dios, entonces, salvaría a lo humano. Sin embargo, hay en el impulso humanista de la Fe, algo que no se somete a la antropología y descentra el “cogito ergo sum”; escandaliza a la razón ilustrada. La ausencia, la cruz, la derrota o la imagen de la tierra como un punto azul pálido en la inmensidad apuntan que la liberación no es de lo humano, sino de lo impensable humano y que la Ausencia (el rostro que se disuelve) acude también en rescate de los espacios vacíos. Aquino admite que sólo hablamos por analogía. Humanizar el cristianismo es idolatrar lo humano, el sendero de Pelagio.

domingo, 25 de marzo de 2018

Volvemos al enjambre

Albert Florensa nos habla del “selfie”: sirve, a su juicio, para medir el crecimiento del narcisismo. Hemos pasado del “debes” al “no tienes límites”, del “lucha” al “yes we can”. Muestra a Bauman y su “El arte de la vida”: parece que todas y todos podemos dar sentido a todo. Un despido a los 54 es “una oportunidad”. Cualquier sueño puede ser alcanzado. Byung-Chul insiste: acabamos con personas hiperactivas, fragmentadas, dispersas. Se globaliza la superficialidad. Lo difícil se positiviza y hay poca tolerancia al hastío, al fracaso. “La pérdida de la capacidad contemplativa, que, y no en último término, está vinculada a la absolutización de la vida activa, es corresponsable de la histeria y el nerviosismo de la moderna sociedad activa”, sentencia Byung-Chul en “La sociedad del cansancio”, 2012. Volvemos al enjambre.