Dice Mandela que “la educación es el mejor arma para la transformación
social”. Probablemente, también es un fantástico instrumento para perpetuar lo
que hay. Si la educación no respeta es paternalismo. El paternalismo asimila,
no promueve la autonomía. Necesitamos la distancia para que el servicio no sea
posesivo (Loyola); para que educar no sea devorar. La educación sólo es posible
desde la alabanza gratuita: el puro reconocimiento de la otredad previa a toda
relación educativa. La educación no conceptualiza al educando. Se abre a la
sorpresa, a lo sublime que sobrecoge, al misterio; al Misterio. Sin esa
apertura respetuosa al Misterio, es probable que la educación se encamine a
hacer más de lo mismo, a perpetuar lo que somos, a perpetuarme personalmente, a
repetirme en quien era otra persona y ahora es lo mismo.
viernes, 2 de marzo de 2018
miércoles, 28 de febrero de 2018
De otro modo que ser
Acaba Levinas rompiendo con el modo previo de hacer filosofía. No
pretende ser una alternativa original dentro de la pretensión de conceptualizar
la experiencia. Ni quiere hacer una nueva y única metafísica del ser. No
insinúa que hay otro modo de comprender el ser. Más bien busca un modo que
difiere del ser. ¿Quizá un “haber”? Es por eso que su decir se vuelve
extremadamente exigente para el lector, porque no quiere decir el ser ni
conceptualizar el ser ni proponer otro modo de ser. Por eso emprende caminos
inéditos para el lenguaje filosófico y quisiera afrontar lo que hay que es
irreductible al concepto. Apunta Levinas a los límites de nuestro conocer (ese
que quiere comprender lo real). Es como el niño de la playa de Hipona al sabio
Agustín: “Es más fácil meter el agua del mar en este agujero”… que
conceptualizar lo que hay.
martes, 27 de febrero de 2018
Salvación y mundo
En algunas visiones religiosas, la salvación es el cielo y
deserta del mundo. No así en la religiosidad popular: sin finura, ve salvación en
curaciones y fortunas en este tiempo nuestro. La teología postconciliar
recupera la historicidad del Cristo. Cristo tiene historia y está inmerso en
toda historia: la salvación, no puede remitirme a la otra vida. Fukujama, en
1993, ve realizarse la salvación en la continua implantación de la democracia
liberal y la economía de mercado. En 1943, en plena guerra, Camus señala: “No
hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio” (El mito
de Sísifo). Sartre, que no encuentra más respuesta filosófica que el absurdo
(El ser y la nada), sin embargo propone un activismo político que ensucia las
manos del filósofo. Camus, activista de hecho, no acepta la ingenuidad, son los medios
los que justifican el fin.
Ausencia en toda presencia
El cineasta filma la escena persiguiendo a sus personajes (Solé, 2016).
Cuando la cámara deja de moverse, queda un escenario que refleja una ausencia.
Una melodía ocupa el espacio del sonido; pero al irrumpir da significado al
silencio subyacente. En sus pinturas, muchos personajes de Caravaggio miran
hacia afuera; apuntan a una realidad que no cabe en nuestro marco. Levinas
parece indicarnos con un impersonal “hay ser” el silencio de toda música, la
ausencia de toda presencia y el desborde de todo marco. Caffarena contrapone
enigma y misterio. Aquino sostiene una analogía que quizás el autor/a de “La
nube del no saber” (S. XIV) estimaría insuficiente. Wittgenstein indica: “De lo
que no se puede hablar es mejor callar” (“Tractatus…”, 1921). Levinas insiste en
que es imposible conceptualizar el ser que hay. Apunta hacia el misterio del
Otro.
domingo, 25 de febrero de 2018
El prójimo y la fenomenología
Confiesa Levinas que la fenomenología de Husserl le da camino para su
propia filosofía. Pero se distancia: primero, porque Husserl es
intelectualista; segundo, porque el sujeto de la fenomenología tiende al
solipsismo. Seguimos a Joan Solé en su lectura de Levinas (2016): Heidegger se
ocupa también del significado que la conciencia humana produce al acercarse con
intencionalidad al mundo, pero responde al intelectualismo solipsista de
Husserl con la afirmación de “un sujeto enclavado en la existencia
concreta”. Levinas no se conforma. Cree
que todavía Heidegger supedita a un determinado “ser” abstracto el concreto
ser-ahí que existe. Levinas introduce el encuentro con el prójimo en la
fenomenología. Las emociones de ese encuentro son la base para la ética, que
será irreductible para el concepto. Las personas no son un concepto.
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