viernes, 13 de julio de 2018

Misterio y manifiesto

Le da la razón Buber al Nietzsche que proclama la muerte de Dios. Se trata (“Eclipse de Dios”) de una afirmación lógica: Kant vincula lo de Dios a un impulso moral interior. Eso lo expulsa del mundo. Hegel, que intelectualiza la realidad (todo lo real es ideal), asegura: “Ya no hay nada de misterio en Dios”. Y es que el idealismo hegeliano propone un Dios que no puede ser el mismo, a la vez manifiesto y misterioso, que atisba la religión. El Dios manifiesto siempre es antropomórfico y, a la vez, misterio. Si es solo misterio, no es manifiesto y no hay experiencia alguna que nos remita a él, si es puramente antropomórfico, tampoco es manifiesto, sino solo creación nuestra. Nietzsche reconoce así lo que ha pasado: Dios está liquidado. Pero el tiempo y la cultura mantiene la pervivencia de un coloquio que no es mero soliloquio. Es misterio, pero se manifiesta.

miércoles, 11 de julio de 2018

Uso y abuso


La militancia laicista es signo visible de cierta izquierda. Se suprimen los símbolos religiosos de un acto oficial, no es mala cosa. Cada cual puede ver el valor moral de una promesa sobre la Constitución, pero evitamos el uso del nombre de Dios en vano. El nombre de Dios ha sufrido usos y abusos. La gestión de lo político, tal y como vemos que se conquista y defiende el poder, no permite aventurar mejor suerte para los usos públicos de los términos teológicos (uso y abuso). Los presidentes de los EE.UU. juran su cargo sobre la Biblia. En “Eclipse de Dios”, Buber narra una conversación sobre uno de sus escritos en la que un lector le reprochaba usar el nombre de Dios para hablar de lo más sublime. Se trata de una palabra que ha sufrido la zozobra de su uso en la historia. Iguacén, obispo de Tenerife, decía que convertir es cosa de Dios. Por acá nos queda sólo ser testigos.

martes, 10 de julio de 2018

Discapacidad y sexualidad


Difícilmente en nuestro imaginario discapacidad se asocia a placer o erotismo. Escucho a Irene Rodríguez, que cita a Butler, sexóloga y trabajadora social. Para empezar, debemos hablar en plural: sexualidades. Es imprescindible una mirada positiva. La sexualidad de la discapacidad no es un negativo a positivar, sino un positivo que debe ser reconocido. Somos sujetos de decisión, y las personas con discapacidad son sujetos de decisión. Cierta mirada compasiva mira a estas personas como objeto de protección; es una mirada que aminora a la persona. La mirada que mira solo la discapacidad, vela a la persona. La mujer con discapacidad sufre una doble invisibilidad: mujer y discapacidad. La discapacidad impide que vea a la mujer. La mujer impide que vea a la persona. No se sufre la discapacidad, sino la discriminación.

lunes, 9 de julio de 2018

Comunista


Se define como comunista. Žižeck sospecha de una defensa de la propiedad privada que permite la acumulación sin límites o la conquista depredadora del medio. La defensa de lo privado propia de nuestra cultura no le parece inocente: es el modo políticamente aceptable del más reprobable individualismo descomprometido. Su mirada sobre la política de los movimientos sociales desnuda la focalización cultural y política sobre los intereses de las comunidades o de los movimientos. Los movimientos sitúa un nosotros que se segrega de la ciudadanía. Por eso Žižeck no suena progre. Cuando le hablan de la “nube”, sospecha de sus dueños que permiten el mayor acceso (prestación de servicios) y el mayor protagonismo (ruptura de fronteras) con tal de que lo hagamos a través de su red y en su nube. Se privatizan los derechos.

domingo, 8 de julio de 2018

Nacionalismos poéticos


Asegura Žižeck que “vivimos una era que se cree postideológica”. Esa convicción da alas a los nacionalismos poéticos. Poético porque muchos escritores de versos lo alientan y justifican. Si no hay ideología se impone el corazón (otra ideología) y la poesía. “El que no tenga pan será alimentado por la luz de mi sol”, proclama el carnicero Karadzick y concluye: “Gente, no hay nada prohibido en mi fe”. El coro de poetas y poetizas de las patrias nos hace soñar con el paraíso donde las cosas las decidan los nuestros y sirvan para reforzar nuestras cosas. Las nuestras, no las de todas y todos. Pero se ofrecen universalmente a condición de que se hagan de los nuestros. Muchas veces el amor (palabra grande) se invoca en esta poesía: del amor al pueblo (nuestro) al amor al caudillo (nuestro)… y al final, la matanza o la asimilación.