viernes, 13 de julio de 2018

Misterio y manifiesto

Le da la razón Buber al Nietzsche que proclama la muerte de Dios. Se trata (“Eclipse de Dios”) de una afirmación lógica: Kant vincula lo de Dios a un impulso moral interior. Eso lo expulsa del mundo. Hegel, que intelectualiza la realidad (todo lo real es ideal), asegura: “Ya no hay nada de misterio en Dios”. Y es que el idealismo hegeliano propone un Dios que no puede ser el mismo, a la vez manifiesto y misterioso, que atisba la religión. El Dios manifiesto siempre es antropomórfico y, a la vez, misterio. Si es solo misterio, no es manifiesto y no hay experiencia alguna que nos remita a él, si es puramente antropomórfico, tampoco es manifiesto, sino solo creación nuestra. Nietzsche reconoce así lo que ha pasado: Dios está liquidado. Pero el tiempo y la cultura mantiene la pervivencia de un coloquio que no es mero soliloquio. Es misterio, pero se manifiesta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario