Humberto Eco recuerda la radio de su infancia: a oscuras,
junto a su padre, escuchando la música clásica. Se pregunta si la radio volverá
a ser la referencia cuando el ruido de las redes y la omnipotencia de la imagen
se impone. Sueña con la innovación tecnológica que le devuelva la primacía.
Hoy, los nuevos teléfonos inteligentes incluyen app que, voz sobre ip,
reintroducen el audio en directo y a la carta en un dispositivo pequeño. Desde
cualquier lugar del mundo puedo seguir la programación de mi emisora favorita y
puedo interactuar con la misma mediante whatsapp. Por cierto, nuestra gente
joven se pasa las horas escribiendo y leyendo en la mágica pantalla con su
tribu más o menos íntima. Sin embargo, nuestra memoria reciente no incorpora
las jornadas en las que como un rito nos detenemos en lo que sea y escuchamos la
radio.
miércoles, 7 de noviembre de 2018
domingo, 4 de noviembre de 2018
El espectáculo
Para
Heidegger y los existencialismos somos para la muerte. López Yarto S.J., en los
pasillos de Comillas (1984), asegura al alumnado novel filósofo: “el
existencialismo es una neurosis”. Atribuye los orígenes de la patología al
trauma de la sangrienta historia del siglo XX. Eco advierte que la muerte se ha
fugado de nuestras vidas. Recuerdo a la anciana Maricela diciendo como últimas
palabras “arajai, están toitos los míos”. Eco tiene delante los entubamientos
de las UCI y la muerte que, en los medios, se torna espectáculo, ya sea a modo
de ficción, ya sea en el hiperrealismo de las noticias que filman la explosión
y los cadáveres de la guerra. Nuestro día de los difuntos nos anima a visitar
una tumba que propone los recuerdos y el acompañamiento amable de quienes nos
preceden en la historia. Halloween es otra cosa: caramelos, juego, terror y diseño.
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