La cábala es una solución
espiritual a los cambios que debió afrontar el mundo judío con la llegada
agresiva de los Estados Nación de la modernidad. La cábala se sitúa en el
ámbito del mito, no de logos; de la espiritualidad, no de la praxis política.
De hecho, su conversión en movimiento político (ámbito del logos), en el
episodio de Shabbetai (1626-1676) acaba como un despropósito con consecuencias
dolorosas para muchísimas personas. La desmesurada inclusión del logos en el
mito, argumenta Armstrong (“Los orígenes del fundamentalismo…”), avanza hacia
una fe vacía de significado. La desmesurada inclusión del mitos en el logos
supone una realidad social y política desbocada, capaz de destruir a la
humanidad que no participa de dicha experiencia mítica. Lo han vivido muchos
años los propios judíos.
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