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lunes, 14 de enero de 2019

¿De qué necesito salvación?


Durante años, la gente del mundo occidental del siglo XX y XXI vive en la certeza de que el próximo año estaremos mejor. Siempre fue así en mi entorno: el año que viene tendremos nuevas cosas, nuevos electrodomésticos, mejores muebles, más educación, mejor servicio de salud… Así vive Europa tras la segunda guerra mundial y el acuerdo de Bretton Woods. La mayoría de las necesidades humanas encuentran una respuesta cada vez mejor. Sucede así con las necesidades materiales (alimentación, ropa, vivienda). Las del alma (educación, cultura, equilibrio interior…) se van adecuando a respuestas más “científicas”: una nueva espiritualidad, la poesía, la psicología, el ansiolítico, el coaching o las mil maneras de la autoayuda. Fácil es encontrar hoy a personas que viven sin plantearse una pregunta por la salvación: ¿de qué necesito salvación? ¿Qué más debo pedir aparte de esta soledad visitada que es la vida?

martes, 27 de febrero de 2018

Salvación y mundo

En algunas visiones religiosas, la salvación es el cielo y deserta del mundo. No así en la religiosidad popular: sin finura, ve salvación en curaciones y fortunas en este tiempo nuestro. La teología postconciliar recupera la historicidad del Cristo. Cristo tiene historia y está inmerso en toda historia: la salvación, no puede remitirme a la otra vida. Fukujama, en 1993, ve realizarse la salvación en la continua implantación de la democracia liberal y la economía de mercado. En 1943, en plena guerra, Camus señala: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio: el suicidio” (El mito de Sísifo). Sartre, que no encuentra más respuesta filosófica que el absurdo (El ser y la nada), sin embargo propone un activismo político que ensucia las manos del filósofo. Camus, activista de hecho, no acepta la ingenuidad, son los medios los que justifican el fin.

domingo, 18 de febrero de 2018

Lo bello en el mundo sufriente


Byung Chul Han concluye “La salvación de lo bello” (2015) afirmando que es “…la salvación de lo vinculante”. Se remite a Heidegger que vincula bello con verdad. Se distancia de la belleza como lo que agrada. Adorno habla de la belleza del arte: una forma de conocimiento (¿asume a Heidegger?).  El arte comprometido no es lo bello, es un monólogo del autor con un público suyo, como si autor y público no estuvieran sujetos a la misma crítica del mundo al que pretende denunciar. El arte hace su función en la dinámica social precisamente “poniendo de manifiesto la posibilidad de sustraerse a ella”. Si hoy lo estético es lo pulido, lo liso, lo que agrada, entonces la salvación de lo bello puede estar en “tomarse en serio el sufrimiento del mundo” (Farina en “Adorno”, 2016) para abrir a la posibilidad de una verdad que lo afronte (lo vinculante).

jueves, 18 de enero de 2018

Esperanza y estadísticas

La generación literaria de la Postguerra ve en nuestras ciudades cementerios organizados: “Madrid es una ciudad de  más de millón y medio de cadáveres (según las últimas estadísticas)”, canta el autor de “Hijos de la ira” (Dámaso, 1945). Esos cuerpos son, en perspectiva de Unamuno (padre de todas las preguerras), “también de barro”, como las paredes de cualquier cementerio. Frankl, arrastrándose helado por los campos de Auschwitz sobrevive y crece contemplando fugaz el rostro amado: “Sólo el amor nos salva”, exclama. Joseph Moingt SJ afirma la historicidad actual del Cristo porque tiene una tarea pendiente, inacabada. Esta tarea es la liberación. No es el optimismo el padre de la esperanza. Hay en esa palabra algo de pura innovación inesperada, capaz de hacer de nuestras ciudades algo más que los datos de las últimas estadísticas.

martes, 16 de enero de 2018

De vuelta a la liberación

J. Moingt SJ, que trata de dar razón de su fe, hace arqueología de los textos sagrados. Anuncia: “Todo comenzó con un rumor: Él volverá”. Nos preguntamos: ¿Por qué nos es pertinente ese retorno para quienes somos del tercer milenio? En “El hombre que venía de Dios” (1994), Moingt responde: ha de volver porque tiene una tarea inacabada: nuestra historia, nuestra humanidad. El también francés, De Chardin SJ, lo hace cosmológico: el que volverá más bien nos atrae hacia Él, es el “omega” y lo es porque de Él provenimos. Es también el “alfa”. ¿Qué hace de este esquema algo más que una autovía entre la cuna y la tumba? Moingt entiende que en él está nuestra liberación, nuestra salvación. Debemos, pues, preguntarnos si las personas del siglo XXI necesitamos alguna salvación. Solo después preguntaremos cómo el Cristo puede ser liberación.

domingo, 14 de enero de 2018

¿A quién pertenece el destino?

En un campo de exterminio, Frankl apuesta por el sentido. Asegura que es el sentido lo que le salva. Si seguimos la pista del Sísifo de Camus, es la construcción del sentido lo que le salva: “No se descubre lo absurdo sin sentirse tentado a escribir un manual de la felicidad”. Pero ambos, Camus y Frankl son de un mundo de piedra y barro, donde el asesinato es visible y la enfermedad no se oculta en las plantas de paliativos hospitalarios. Probablemente en la liquidez de la vida actual, una instalación en la inmanencia puede ser tranquila, plácida, mientras la realidad virtual quita densidad a la realidad real. El “sinsentido” se confunde con “me-gusta” de Facebook (Byung-Chul Han). Camus insiste: “Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece”.  Los estructuralismos lo disuelven: todo nos pasa, de nada somos sujetos activos.