Byung Chul
Han concluye “La salvación de lo bello” (2015) afirmando que es “…la salvación
de lo vinculante”. Se remite a Heidegger que vincula bello con verdad. Se
distancia de la belleza como lo que agrada. Adorno habla de la belleza del
arte: una forma de conocimiento (¿asume a Heidegger?). El arte comprometido no es lo bello, es un
monólogo del autor con un público suyo, como si autor y público no estuvieran
sujetos a la misma crítica del mundo al que pretende denunciar. El arte hace su
función en la dinámica social precisamente “poniendo de manifiesto la
posibilidad de sustraerse a ella”. Si hoy lo estético es lo pulido, lo liso, lo
que agrada, entonces la salvación de lo bello puede estar en “tomarse en serio
el sufrimiento del mundo” (Farina en “Adorno”, 2016) para abrir a la
posibilidad de una verdad que lo afronte (lo vinculante).
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