Para
Heidegger y los existencialismos somos para la muerte. López Yarto S.J., en los
pasillos de Comillas (1984), asegura al alumnado novel filósofo: “el
existencialismo es una neurosis”. Atribuye los orígenes de la patología al
trauma de la sangrienta historia del siglo XX. Eco advierte que la muerte se ha
fugado de nuestras vidas. Recuerdo a la anciana Maricela diciendo como últimas
palabras “arajai, están toitos los míos”. Eco tiene delante los entubamientos
de las UCI y la muerte que, en los medios, se torna espectáculo, ya sea a modo
de ficción, ya sea en el hiperrealismo de las noticias que filman la explosión
y los cadáveres de la guerra. Nuestro día de los difuntos nos anima a visitar
una tumba que propone los recuerdos y el acompañamiento amable de quienes nos
preceden en la historia. Halloween es otra cosa: caramelos, juego, terror y diseño.
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