En una
simplificación propia del género (teleserie), un minero pregunta a un predicador
evangélico que advierte contra la codicia: “Si Dios no quisiera que nos
enriqueciéramos con las piedras doradas, ¿para qué las puso en el suelo?” En
esa teología del sentido común, el ser humano sería el señor de referencia de
todo lo creado. Así, el “…dominad la tierra”, mandato del Génesis, se
interpretaría en esa dirección: el hombre como medida de todas las cosas. Esa
prioridad de lo humano se acentúa en la cultura occidental con la crisis de la
referencia trascendente y la entronización de la diosa “Razón”. Sin embargo, el
propio desarrollo de la misma descentra al ser humano. A la muerte de Dios
parece seguirle la muerte del ser humano. Quizás entonces descubramos que el
dios que ha muerto era solo la proyección que de Él se hizo la humanidad.
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