lunes, 8 de octubre de 2018

Infierno

Nacemos y vivimos en un mundo dado y somos diferentes a la piedra (resiste), al objeto (consiste), al animal (subsiste). Sartre entiende que sólo el ser humano ex-siste: tiene conciencia de su ser (Goñi, “Las narices…”, 2008. Satre permanece fiel a su libertad desfondada (Sloterdijk, “Temperamentos…”, 2010).  Asegura que la ausencia de Dios nos hace libres: nadie ha trazado un plan para nuestra vida. Imagina, eso sí, a ese Dios como un arquitecto en su estudio o un artesano en su taller. La gracia y la libertad, equilibrio buscado en otros pensamientos, se descompensa a favor de esta última y la persona, en vez de creada en gracia (el mundo dado y nuestras cualidades) es arrojada al mundo. La angustia emerge: en realidad, en nuestra conciencia hay un agujero con forma de Dios. No lo pueden ocupar los otros que son, para Sartre, el infierno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario