Se puede
interpretar el Génesis como la proyección del sueño humano hacia los orígenes;
también sus males: ve en el fin del paraíso primigenio el dolor del presente.
La actual mirada hacia el pasado, la retrotopía (Bauman, 2017), focaliza
nuestro deseo hacia un ideal del pasado. La apertura porosa de los estados
provoca que el vecindario se comporte como un mini estado: homogeneizar,
controlar y proteger. La vuelta a la tribu (que quizás nunca existió) da mayor
control y homogeneidad y marca una diferencia entre nuestra gente y el resto
que tranquiliza conciencias y resucita fantasmas en otras. "A medida que
la esperanza de progreso desaparece, la herencia nos trae consuelo“, dice
Bauman. Como renunciamos a que el futuro se construya por toda la humanidad, tratamos
de construirlo acudiendo a la memoria idealizada de nuestra tribu o nación.
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