La utopía de una sociedad mejor por la que luchar deja paso en el tiempo presente a la utopía personal de progreso. Se trata de la privatización de los sueños. No aspira a cambiar las condiciones humanas, sino al éxito personal o, a lo más, al del propio grupo, en el mundo desigual. Entre las causas de esta mutación está el fracaso de los estados nación en su gestión de la globalización. El estado protector no protege. Se rinde ante el poder real y entrega la política a la empresa que la disuelve o, en todo caso, la reduce al espacio local. Con el tiempo, comprobamos que la libertad y la competencia suponen para una gran mayoría el fracaso de las mejoras personales. Bauman señala que todo esto produce, finalmente, la emergencia de las retrotopías. Se nos cuela el deseo de recuperar un pasado adornado por virtudes añadidas por la nostalgia.
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