Noche en Cáceres |
En nuestra propia historia
cambiamos. Cambian sentimientos y afectos, de modo fluctuante y poco
controlable. Cambian nuestras opiniones políticas y nuestras convicciones
religiosas. Cambia también nuestro modo de mirar y ver, de juzgar a otras
personas. Toda esa capacidad de cambio es una energía profundamente humana que
nos ha ayudado a sobrevivir como especie y nos permite adecuarnos como personas
ante las condiciones cambiantes de la realidad. Ese cambio, por supuesto, lo
podemos trabajar. Si no lo elaboramos, se convierte en “vida líquida” (Bauman),
en ocasión para los piratas (Innerarity) o en fanatismo totalitario (Arendt). Sartre afirma que no tenemos excusa: somos
responsables. Pero es cierto que en la vida observamos como casi todo, incluso
lo que resulta del esfuerzo, se recibe como don (gratuidad).
No hay comentarios:
Publicar un comentario