En Cáceres |
Parece que buena parte de lo que
sucede en la vida nos pasa. Tienen una dosis de gratuidad que no obedece a
nuestro esfuerzo personal. La teología lo advierte y lo señala como don, como
gracia. Quizás una posición estructuralista lo perciba como rígido fatalismo,
como necesidad. Pero también en lo social acontece la sorpresa. En ese sentido,
una mirada objetivista pudiera “deslizarse del modelo a la realidad” (Wacquant
y Bourdieu, “Una invitación a la sociología reflexiva”, 1992). ¿Por qué nos sorprenden los hechos si son
pura necesidad? Quizás porque a todo el rigor de las estructuras debe sumarse,
con humildad pero realidad, la presencia de los seres humanos que dan
significado a los hechos que tienen lugar en el mundo. Sería insuficiente un
mirada que analice al modo de física social, por más que sea potente.
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