martes, 11 de septiembre de 2018

Discreción de espíritus

Coopérnico, Galileo, Isaac Newton… la modernidad avanza. Todos ellos son hombres creyentes que tratan de adecuarse al nuevo ethos: el logos y el progreso (Armstrong, “Los orígenes…” 2010). Lutero, con su reforma, apela al retorno a las fuentes, pero de un modo moderno: la primacía del individuo sobre las normas de la cultura en la que nace. Loyola introduce el discernimiento que acota tanto la apelación a las fuentes (“vivir a la apostólica”) como a la mística individual (“distinguir mociones”). Frente a los avances del logos, el mito se interioriza y muchas personas creen poder apelar a la experiencia directa de Dios. En la estela de Loyola, los grandes místicos ibéricos, Teresa y Juan de la Cruz, repugnan excentricidades, iluminismos y “directores espirituales” poco inteligentes. Si la respuesta es la interioridad, hace falta “discreción de espíritus”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario