Coopérnico,
Galileo, Isaac Newton… la modernidad avanza. Todos ellos son hombres creyentes
que tratan de adecuarse al nuevo ethos: el logos y el progreso (Armstrong, “Los
orígenes…” 2010). Lutero, con su reforma, apela al retorno a las fuentes, pero
de un modo moderno: la primacía del individuo sobre las normas de la cultura en
la que nace. Loyola introduce el discernimiento que acota tanto la apelación a
las fuentes (“vivir a la apostólica”) como a la mística individual (“distinguir
mociones”). Frente a los avances del logos, el mito se interioriza y muchas
personas creen poder apelar a la experiencia directa de Dios. En la estela de
Loyola, los grandes místicos ibéricos, Teresa y Juan de la Cruz, repugnan
excentricidades, iluminismos y “directores espirituales” poco inteligentes. Si
la respuesta es la interioridad, hace falta “discreción de espíritus”.martes, 11 de septiembre de 2018
Discreción de espíritus
Coopérnico,
Galileo, Isaac Newton… la modernidad avanza. Todos ellos son hombres creyentes
que tratan de adecuarse al nuevo ethos: el logos y el progreso (Armstrong, “Los
orígenes…” 2010). Lutero, con su reforma, apela al retorno a las fuentes, pero
de un modo moderno: la primacía del individuo sobre las normas de la cultura en
la que nace. Loyola introduce el discernimiento que acota tanto la apelación a
las fuentes (“vivir a la apostólica”) como a la mística individual (“distinguir
mociones”). Frente a los avances del logos, el mito se interioriza y muchas
personas creen poder apelar a la experiencia directa de Dios. En la estela de
Loyola, los grandes místicos ibéricos, Teresa y Juan de la Cruz, repugnan
excentricidades, iluminismos y “directores espirituales” poco inteligentes. Si
la respuesta es la interioridad, hace falta “discreción de espíritus”.
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