Toca elegir para ser. No basta la contemplación de la realidad finita y
cambiante, puesto que nos encierra en sus límites y reclama adecuación. De ese
modo acallamos la angustia y enmascaramos nuestra libertad en la soberbia:
respondemos a la amenaza de caducidad de nuestro modo de vida, de nuestra
imagen, de nuestra Institución. La mera contemplación de la realidad puede
escamotear la posibilidad y su trascendencia (Kierkegaard). Al ponernos junto a la angustia, entonces nos
abrimos a la posibilidad. Sin la
posibilidad, nos quedamos con herramientas de adecuación. Nos exigimos la
contemplación de la realidad, pero no como mera realidad sino como lo Otro /
Real en lo que vivimos, en lo que somos relación. Así, al elegir, somos
personas elegidas. Las personas, al abrirnos a lo posible, sencillamente somos,
porque somos a lo que somos llamadas.
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