La educación experiencial dice que aprendemos por lo que la experiencia
nos muestra. Quien enseña, en realidad, acompaña el proceso de encuentro con la
realidad. Al encuentro llamamos experiencia. Para la pedagogía libertadora
(Freire) el encuentro acompañado es “toma de conciencia”. Kierkegaard atribuye
un valor determinante en el éxito del encuentro educador a la angustia y a la
fe. Se trata de una angustia del propio
ser, de la propia posibilidad de llegar a ser. La realidad aparece como el lugar
donde desplegar la posibilidad. La angustia se genera al contemplar esa
posibilidad. La angustia no se genera ante el límite que aporta el dato de
realidad, sino ante la posibilidad a la que abre ese dato. Por eso, Kierkegaard
no se arroja a la nausea (Sartre condenado a la libertad), sino a la fe: la
posibilidad de elegir bien para afirmarme, para ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario