Anunciamos que el cristianismo es un humanismo en los cincuenta.
Espiritualidad es el subrayado actual. Primero, por el arrastre en su desplome de otros
autodenominados humanismos (comunismo totalitario). En segundo
lugar, por el éxito de los discursos culturalistas que indagan bajo las formas
de las religiones. En tercer lugar, porque la humanidad demuestra muy poca compasión
cuando se convierte en el centro de su discurso o su actuación. Levinas apunta
hacia la Otredad, hacia el Otro, como real frente a nuestra subjetiva ilusión.
De ese modo, toda pregunta por el ser de las cosas se atraganta. Sobrevive la
salida de sí, el éxodo. El cristianismo
es un Éxodo, una salida del propio amor, querer o interés, de la propia
subjetividad e intersubjetividad. La humanidad se hace y deshace en la creación
entera. Somos polvo de estrellas.
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