lunes, 16 de julio de 2018

En el desierto


El desierto es lugar de vida cotidiana para el pastor Moisés: soledad, reciedumbre, horizontes abiertos. El día a día es duro, áspero y real. Byung-Chul Han indica que hoy lo cotidiano está pulido, se juega en enjambre y se da como virtual. El desierto aparece así como la oportunidad de cambio: la realidad nos espera en la soledad y lo áspero. La soledad no es un fin en sí mismo, sino la ocasión y el medio para el Otro que siempre irrumpe, que siempre está. En el desierto, Moisés reconoce la Tierra Sagrada que pisa y escucha la voz de la realidad que es relacional. No habla la realidad (otredad) para imponer su Ser, sino para comunicarse y enviar; para apelar a la responsabilidad que nace de la relación (he escuchado el clamor de mi pueblo). Sólo en el desierto, lejos de lo virtual, del enjambre y lo pulido, la vida deja de ser líquida y se da como responsabilidad.

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