En el año 2010, Xavier Bouvois dirigió la película De dioses y hombres en la que narraba los avatares vividos en el monasterio de Santa María del Atlas, en Tibhirine, Argelia, durante la década de los noventa. Culmina con el asesinato de siete miembros de la comunidad a manos de los contendientes en la guerra civil. Una de las escenas muestra al más anciano de la comunidad, el Hno. Luc Docher, médico, de visita en una de las casas del pueblo y en diálogo con la familia que les aprecia de corazón. Les cuenta que, ante las amenazas crecientes, algunos consideran la conveniencia de echar a volar: “Somos pajarillos en una rama”, les dice. La señora mayor de la familia, que trabaja la lana mientras escucha atentamente, cierra la conversación con una afirmación que se cuela en el corazón del religioso: “Ustedes son la rama, nosotros somos los pajarillos”. En este diálogo, quiero leer dos modos de situarnos ante la trascendencia de la realidad. El monje, posteriormente ejecutado, apuntaba al misterio de Dios y saboreaba la fragilidad humana. La mujer musulmana, su amiga, señalaba al testimonio humano como camino hacia Dios. El monje sentía que en el misterio de Dios cabe nuestra propia labilidad. La señora afirmaba que no hay experiencia de Dios sin la mediación humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario