Nuestro bienestar material está amenazada en el sin barreras de un mundo globalizado:
deslocalización y desempleo; del mismo modo, el medioambiente genera incertidumbre; el
crecimiento poblacional presiona con más fuerza en los ecosistemas y apunta a una convivencia
más conflictiva. Las incertidumbres parecen exorcizarse con el horizonte utópico de la sociedad
del conocimiento con la que apuntamos al futuro con esperanza. Brey nos recuerda el origen
económico de la expresión: en los 70, la tríada del capitalismo (tierra, trabajo, capital) añade otro
factor: el conocimiento. Pasamos de “la información es poder”, en el contexto de la guerra fría, a
“el conocimiento es riqueza”. Las TIC serían los instrumentos necesarios para el nuevo
mercado, como la plaza del pueblo, el registro de la propiedad o la bolsa de valores lo han sido
hasta ahora. La utilidad para generar riqueza es el elemento determinante en la comunicación y
el conocimiento. Entonces, ¿en qué sentido, si alguno tiene, la sociedad del conocimiento es
realmente un horizonte de esperanza?
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