Señala
Preston que Franco pasa parte de su vida “falsificando y adornando los
pormenores de su vida anterior a 1936” y que “sus partidarios falsificaron
también su propia historia y la de sus enemigos” (“Franco”, 1993). Disfraza la historia ignorando los “hechos
fehacientes” (“Imposturas intelectuales”, Sokal, Bricmont, 1997). o
adecuándolos a la lectura que queremos hacer de cada momento. Si Franco quiere
ser visto como “pacificador” en “25 años de Paz” (después de aplastar y
machacar a media España), como “gracia divina” (monedas que rezan “Caudillo de
España por la gracia de Dios”), como “vigía de Occidente” (tras el acuerdo con
los EE.UU.) siempre se pudieron leer o cambiar los datos de la realidad para
que contribuyeran a la “hagiografía”. Hay materia para lo que MacMillan retrata
en “Usos y abusos de la historia” (2009).
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