Farina
escribe en “Adorno” (2016) sobre el modo de proceder de la Escuela de
Frankfurt: avanzar entre constelaciones. Da por supuesto el final de todo
intento de hacer un relato único de las civilizaciones. Promueve un
acercamiento en perspectivas con una doble sospecha: la primera, hija de Marx,
no deja de ver en toda propuesta explicativa una ideología que defiende las
estructuras de sometimiento del capitalismo; la segunda, hija de Freud, descree
sobre las intenciones manifiestas. La propuesta política señala al liberalismo
como el rostro amable de lo que, con toda su crudeza, muestra el nacionalismo.
La muerte de W. Benjamín, cruda herida difícil de superar por sus amigos y
compañeros, señala a todas las formas de opresión. También a la más amable del
capitalismo. Byung Chul Han ha leído a Adorno: “Hoy no se tortura, se twittea”,
nos dice.
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