Con Rawls descubrimos el esfuerzo por fundar la justicia (ética) desde
la formalidad. Así, el paso a la política establece lo justo como idéntico a
correcto. El comunitarismo (McIntyre, Taylor) señala que no es posible lo
correcto sin una definición previa del valor de lo bueno. G. Sartori (“La
sociedad multiétnica”, 2000) arremete contra la multiculturalidad a la que
aboca el comunitarismo. Muchas comunidades permiten una sociedad plural, pero
no una sociedad pluralista. El pluralismo tolera e incluso aprecia la
diversidad, pero no cualquier diversidad. En realidad, la crítica de Sartori al
multiculturalismo lo muestra como un multi-monoculturalismo: muchas
comunidades, pero cada una homogénea, sin pluralidad en su interior y sin
pluralismo como valor. La convivencia cultural exige valores comunes. El
pluralismo es un valor necesario, no relativo.
Todo comenzó con un rumor: vive
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