Si San Juan (Dios es amor) subraya la trascendencia inmanente del amor,
Fromm (“El arte de amar”) muestra la necesidad de construir la propia persona
para construir Amor. Badiou (“Elogio del amor”) ve el azar del encuentro como
un acontecimiento que tiene que fijarse mediante la declaración. La
declaración, a su vez, debe actualizarse en cada punto: el nacimiento de una
criatura, un cambio en el trabajo, una enfermedad, la compra de una casa, la
aparición de una amistad. El “te amo” que declara debe ir incorporando cada punto.
Eso es el amor. Para Fromm, la persona que ama es la persona que también se ama
y ama a todas y todos: “En ti amo a todas las personas”, nos dice. Por eso, del
amor a la política hay diferencias, pero un sujeto común: la persona que ama.
Badiou precisa: no es el mundo del uno, ni del dos, es el mundo de lo común.
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