viernes, 25 de enero de 2019

Cuatro pasos hacia la reconciliación

Lo primero: toca reconocer que ha habido una ruptura. Pedro tiene clara conciencia de ello. Llora desconsolado y experimenta la esterilidad de su tarea: por más que trata de seguir la misión encomendada (la pesca), sus redes vuelven vacías. Lo segundo: es la pura gratuidad del don de Dios, de su luz… pura gratuidad por la que las redes se llenarán y exigirán el trabajo conjunto de todo el grupo para poder arrastrarlas hasta la costa. En tercer lugar aparece el discípulo amado; es él que afirma: “Es el Señor”. Pedro sería incapaz de tanto reconocimiento sin la voz de quien se sabe amado más allá de cualquier responsabilidad. “Es el Señor”, le dicen; y entonces Pedro aprende qué significa la red llena de pesca. En cuarto lugar, está la respuesta: Pedro salta de la barca, se acerca a las brasas, carga con la red… y ante una pregunta directa, casi sin pensarlo, puede decir: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”.

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