lunes, 27 de mayo de 2019

Verdad errática

Le llovieron las críticas a Feyerabend tras su publicación de “Contra el método”. Por un lado, quienes desde el racionalismo leyeron en sus palabras un ataque al conocimiento, la conjetura, las hipótesis y la deducción. Pero también, así lo cuenta en “Perdiendo el tiempo” (1994), hubo quien entendió su libro como un alegato machista, una comedia o un chiste. Feyerabend insiste en dos líneas: que la ciencia se construye muchas veces desde saltos poco racionales y que el control social debe actuar sobre la ciencia como sobre cualquier otra profesión. De ese modo, desmitifica a esta “religión” de la ilustración y la modernidad. Reconoce los muchos beneficios, pero se escandaliza de quienes se empeñan en ignorar sus perjuicios. Y entre ellas señala el poderío imperial de un modo de conocimiento que parece expulsar de la legitimidad a toda otra forma de saber. Sometida al análisis de la pragmática lingüística, la ciencia pasa a ser un discurso opaco y sin sentido. Como le sucede a otros discursos no menos pretenciosos. Pero Feyerabend no guarda silencio. Nunca guarda silencio. ¿Cree que en esos discursos erráticos también habita la verdad?

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