Persigue Levinas una ética que no se fundamente en el ser, o en la
ontología, o en la metafísica; busca una metaética. Si la ética pone su
fundamento en el “deber ser”, entonces se fundamenta en la metafísica; si la
ética se fundamenta en el “conocer”, entonces se fundamenta en la
epistemología, en la gnoseología, y de ahí, de nuevo, a la pregunta por el qué
podemos conocer; ese “qué” devuelve a la ontología. Si la ética se fundamenta
sobre el lenguaje y su pragmática, es posible que devenga en conversación, no
en pensamiento. Antes de
todo mandato. ¿Qué justifica la propia emergencia de cualquier mandato?
Apuntemos a la pura otredad, al mero hecho de que hay sin que yo esté en el
escenario. El deber hacer tiene su raíz en que la otra persona, lo Otro, no es
un objeto conceptualizable.
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