Loyola, el fundador de los
jesuitas, es un poliedro de personajes en función de los historiadores y
biógrafos (mayoritariamente masculinos): aunque todos han pretendido presentar
una biografía última. “El resultado es casi siempre un Ignacio interpretado”.
Así lo presenta F.X. Albistur (Ignacio de Loyola, un líder para hoy, 2017), que
introduce su reflexión sobre el santo guipuzcoano con un recorrido por la
historiografía: el santo sublime y casi inmaterial del primer momento
(Ribadeneyra), que merece un monumento como el Gesú; el personaje en medio de su cultura y de su
época que dibujan los historiadores protestantes alemanes, donde se muestra un
Loyola maquiavélico, “influyente, estratega y organizador”; o el que pinta Fülop-Miller:
un hombre envenenado de una infinita ambición.
Cada historiador se dibuja al dibujar a Loyola.
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