En noviembre muchas personas acuden al cementerio. De un modo u otro, acudimos al cementerio y nos disolvemos en cenizas. Para Heidegger se trata de un hecho decisivo que nos define: somos ser para la muerte; somos proyecto que se topa con la muerte; desde el mismo comienzo de nuestra vida ya estamos a disposición de la muerte. ¿Es la muerte la frustración de todo proyecto humano? Quizás la muerte es más bien la medida de todo proyecto humano. Invita Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, a escenificar ese instante final a la hora de validar nuestras decisiones. Heidegger propone no mirar la muerte como la estación final, sino como un hecho que ya está aconteciendo. Es probable que nuestra cultura se desdiga de esa mirada: O es parte del paisaje, menos subversivo, más dormido, o nos hiere cuando se hace acontecimiento.
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