En artículo
en El País, en febrero de 2012, Duch y Chillón anuncian la crisis de la
postmodernidad. Se acercan a Sokal y Bricmont que, más de una década antes, ven
ya signos de debilidad en el entramado del “pensamiento débil”. La
reivindicación epistemológica de los hechos y de su relevancia frente a las
ilusiones subjetivas aparece como punta de lanza contra el relativismo postmoderno.
Para Duch y Chillón, es el momento de recuperar los discursos emancipadores
(desde el cristianismo a la política) capaces de afrontar el capitalismo
hedonista, rey del descarte. Es probable que los primeros efectos de la crisis
de las “subprime” empuje a los autores del artículo de El País a esa
convicción: el final de la distopía postmoderna en que la falta de fundamentos
éticos ha promovido el consumo desbocado e insolidario.
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