Los textos postmodernos son brillantes. Con autores de origen diverso (la teología o las ciencias físicas), en ocasiones esos textos carecen de rigor y alientan el relativismo epistemológico. Para filósofos de la metafísica –que algo podemos decir sobre lo que es de suyo real- y para científicos que elaboran sus teorías desde la experiencia y la formalización matemática, los escritos de la postmodernidad parecen pasar superficialmente y a gran velocidad por lo que se ha elaborado con mucho esfuerzo y rigor. Sokal y Bricmont (“Imposturas intelectuales”, 1997) dicen que es necesario un diálogo “basado en nociones de lo real”. Lo formulan así: “Hemos defendido la idea de que existe algo que llamamos datos fehacientes y que los hechos cuentan”. ¡Qué contraste con el “Adios a la Verdad” de Battimo! ¡Qué cerca de MacMillan, en su “Usos y abusos de la historia”! (2009).
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